jueves, 30 de agosto de 2007

Y Usted, ¿Cómo se llama?

A propósito de un comentario anterior sobre los buenos modales, hoy he vuelto a encontrarme con esas maneras culturales que tanto me "descolocan". Para agilizar una gestión y pedir asesoría, he llamado a mi banco (Bueno, el banco donde tengo una humilde cuenta):
Riiiiiing... riiiiiing...

-....bank, dígame
-Buenos días, ¿con quién hablo?
-Con ....bank
-Lo sé, pero, ¿puede decirme con qué persona (humana, no jurídica)?
-Con Marisol. ¿Que quería?
-Pues que me asesoraran para hacer una transferencia al extranjero.
-¿Me da su número de identificación....?
-Es el ***********
-Los sentimos, Merlín, pero deberá venir personalmente en horario de oficina. (de 8 de la mañana a dos de la tarde).
-Sólo quería asesoría al respecto, pero otras veces me han atendido en horario extra...
-Sería por hacerle un favor, pero no es la política del banco. Blablabla...

Esta escena me recuerda cómo responden al teléfono en otros lugares. Nombre de la empresa, saludo, nombre de quien responde: Hotel Poblado Plaza-Buenos Días-Habla Nicolás Moreno. Y si preguntas con quién hablas, no te piden la identificación ni responden "con el Poblado Plaza", porque la empresa no habla, hablan las personas, atienden las personas, colaboran, asesoran y ayudan las personas. Y aunque te estén haciendo un favor no te hacen sentir como si te estuviesen perdonando la vida.

Lo que también me sabe mal, además, es que ellos, los de los bancos, sí tienen la "cortesía" de llamarte a la hora menos pensada a ofrecerte mil cosas, ofertas, tarjetas, créditos, televisores o entradas a la Expo, aunque no seas su cliente, y a la hora en que a ellos les viene bien (aunque sea la de comer o la de hacer la compra). Y les recuerdo que favores o es que hagan muchos, porque todos sabemos que cobran hasta por enviarte cartas y comunicados que no les has pedido. Como me sabe mal que los empleados de las compañías de telemarketing llamen a tu casa o a tu móvil, con número oculto, no se identifiquen cuando les respondemos, y te suelten una retahíla sin preguntarte si estás dispuesto a atenderlos.

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