Pensando qué decirle a un amigo que está "tristongo" en estos días de agosto, busqué entre viejos recortes unas palabras para alentarlo. Transcribo aquí un texto de Armando Villa Gutiérrez, un periodista colombiano, que no podía llorar y murió muy joven de lo único que podría morir: del corazón.
Fecha: Finales del siglo XX
Hora: 4 de la tarde
Asunto: Informe solicitado
Le informo que los pájaros en la selva (que aún existe), siguen anunciando la mañana pese al pito del cazador que se acerca.
Le informo que la injusticia se acomoda cada día en su silla con mayor amplitud, pero su cuerpo se visualiza peligrosamente poco a poco.
Le informo que el amor, ese subversivo, no ha caído todavía (por fortuna). Sale por la noche cuando el odio duerme y se descuida y visita los corazones que le esperan con sed de fibra, con temblor de sueño.
Le informo que la luna sigue inmutable su paseo aunque cada vez la atmósfera más misil y menos suspiro la permite menos a nuestros ojos.
Déjeme informarle que las ciudades están llenas de ánimo-de-lucro pero en las afueras todos presienten a Dios a paz-y-salvo. Consigno además que en esas ciudades todos mendigan. Unos un pedazo de misericordia, otros una gran tajada de mando, unos más una mirada, una sonrisa, una curul, una palmadita en el hombro. Depende de la codicia, de la necesidad, de la urgencia de cada cual.
Consigno aquí también que todo blanco tiene su arma, toda arma su gatillo y todo gatillo su maldad. Que el presupuesto para repartir la muerte ha sido exacto. Pero cada vez es más difícil dar la orden. Porque le informo que están descubriendo la vida.
Le informo que aún hay lluvia y que quedan entre los hombres muchos seres humanos.
Y en otro de esos amarillentos cuadernos encontré una cita de Oriana Fallaci, de su libro Inshallah:
"Y así vivo en mí, para mí, de día en día, cada día esperando un nuevo día: descontento, angustiado, siempre solo, ante el abismo abierto de un jardín que amaba y donde caminaba para beber en una fuente bien sellada. Quisiera caer en ella con mi sed. Pero cuando veo lo que no tengo, lo que podría tener, lo que me falta, desafío al abismo y vuelvo a caminar para escribir mi cuento sin mañana ni esperanza y sin embargo lleno de sueños y de fuentes como si tuviera una cosecha de mañanas".
UNO:
ResponderEliminarEstimado señor:
Por la presente acuso recibo de tanto sentimiento como incluye su envío. Confío en ser merecedor de la mercancía y sacar de ella el mejor provecho.
Esperando poder contar con usted como proveedor para envíos futuros, reciba un afectuoso saludo.
DOS:
No olvides, amigo mío, que los mañanas han sido repartidos con bastante ecuanimidad y que, igual que yo tengo el mío, tú tienes el tuyo. Camina, escribe, espera. Sueña. Cosecha.
Saludos de ida y vuelta.
Mi querido amigo:
ResponderEliminarMe descubro ante tu habilidad para encontrar por ahí esas citas tan hermosas.
Particularmente bella la de Oriana Fallaci, a quien el mundo no debería dejar de echar de menos.
Que sigas así.
Trek.