miércoles, 31 de julio de 2013

El mercado de la carne

Este post es una adaptación del texto que publicó en su web el editor de Beautifulmag.

Hace unos años.

Ilustración: Glen Hanson
Entras en un bar. El lugar está lleno de chicos y chicas. Algunos solos y otros en pareja. De distintas nacionalidades. Vas saludando a la gente, explorando lo que la noche puede ofrecer. Ves a una persona interesante y te le acercas. No responde. Te encoges de hombros y sigues el recorrido por la barra y ves a otra persona que te gusta. Le dices hola. Te mira a la cara y gira la cabeza sin decir ni una palabra. Un poco grosero. Una vez más miras alrededor y después de un tiempo alguien viene a hablar contigo. Te gusta lo que ves y respondes con alegría. La conversación que sigue es agradable y entretenida. Hablan de los que han hecho esta noche, de sus intereses comunes y rápidamente la conversación se hace más personal (¿Estudias o trabajas? ¿Tienes pareja? ¿De qué signo eres?...). Al mismo tiempo, otra persona te dice hola y al volver la cara a tu primer interlocutor, ha desaparecido. Sigues adelante y continúas intentándolo. Pero, por alguna razón, o te ignoran o desaparecen después de unas primeras palabras. Parece bastante irreal, pero es ( o era) así.

Comienzos del siglo XXI.

Ilustración: Ismael Álvarez
Con la llegada de internet y las redes sociales, los objetivos y los métodos han cambiado. Aplicaciones gratuitas en el móvil, el ordenador y la tablet, la mayoría de forma gratuita, que dan libre acceso a encuentros digitales cuyo objetivo primordial es la búsqueda de un encuentro sexual. Parece que hay tantas aplicaciones como usuarios. Pero seamos realistas. Puede parecer divertido y emocionante, pero está lejos de ser fácil. Mantiene a la gente alejada de lugares más convencionales, como bares, discotecas o pubs,  y -peor aún- todo el mundo en el bar está inmerso en su teléfono "inteligente", lo cual ha cambiado drásticamente nuestro comportamiento social. No hay lugar para la conversación. Los buenos modales han dado paso a la grosería. Admítelo: ¿cuántas veces has intentado hablar con alguien y después de compartir tu foto simplemente no te contesta? Y admite también cuántas veces lo has hecho tú. ¿Realmente nos hemos vuelto tan superficiales que sólo estamos viendo el aspecto físico (con la esperanza de que esa sí sea su foto) con el único fin de una relación sexual? ¿Nos hemos convertido en redes sociales de adictos que lo único que pensamos para conocer a alguien es ir de compras a un mercado de carne virtual donde lo que ves no siempre es lo que obtienes? ¿Qué pasó con la emoción de los encuentros en tiempo real? ¿El coqueteo? ¿El cortejo? Parece que estas herramientas no son otra cosa que una herramienta de la masturbación digital. Qué triste saber que cuando estamos creciendo y madurando en otras cosas, parece que estamos perdiendo esa capacidad que separa a los humanos de otras formas de vida: el contacto social.

martes, 30 de julio de 2013

No lastimes este amor que tanto te ama

Por Gerardo Meneses Claros
Ganador del VI Concurso Departamental de Cuento, 
Huila (Colombia), 1998.

Imagen: Abel Cruz
No es que sea masoquista, no. Pero cada domingo cuando después de misa comienza en la emisora "cita con el ayer", el programa de la nostalgia, llamo y pido con un nombre distinto cada semana, ese disco que empieza diciendo: "Amor perdido, si como dicen es cierto que vives dichoso sin mí, vive dichoso, quizás otros brazos te den la fortuna que yo no te di". Unas veces le canto el pedacito al locutor y otras veces le digo el nombre: Amor Perdido; sólo por despistarlo  aunque yo creo que él hace rato sabe que soy la misma persona que llama siempre, así me cambie de nombre o esconda la voz tras un pañuelo.

No sufro. Le doy el volumen al radio y mi escoba cómplice me sirve de micrófono y lo imagino sentado en el escaño del zaguán como único espectador, sintiendo una a una cada nota de esta canción que la hicieron como para mí. Y se la canto fuerte, con ganas, haciendo dúo con la Landín, cerrando los ojos cuando dice que todo fue un juego, no más que en la apuesta yo puse y perdí. Y me acerco a su cuerpo y le bailo coqueta cuando la orquesta hace ese solo divino de trompetas que me enerva cada vez que lo oigo. "No, no sufro, ya no. Solo que un amor tan grande no merece un olvido tan cruel". 

No le hace que haya sido él quien se haya ido. No le hace que desde ese día me haya vuelto otra. Porque la misma no soy desde la madrugada que me desperté con él al lado pero con la sensación de haber dormido sola. Lo vi levantarse desnudo y ponerse la ropa aún en la penumbra del cuarto, lo vi sacar del armario sus cosas sin decir palabra y lo vi salir erguido, imponente, como es él, sin volverse a mirarme sino siguiendo la línea del horizonte que ya otra mujer le había trazado y que él, por ser hombre, iba a seguir. 

No le pregunté nada porque sabía que nada me respondería, pero a partir de entonces empecé a pegar una a una en cada rincón del corazón, las imágenes que vivimos juntos y que habrán de acompañarme hasta la muerte cuando haya completado el álbum que quiero mostrarle el día que decida volver. Y si no vuelve, allá él, él es el que se lo pierde.

Fue mu vida y yo fui la suya, pero bien claro que sí lo tengo: el corazón de nosotras está hecho de otra cosa diferente del de ellos.

Por eso lo entiendo. Por eso este mundo anda y seguirá andando. Porque eso lo sé, ellos tienen el corazón diferente, el alma distinta del de una, porque si no, cuál sería la gracia. 

lunes, 29 de julio de 2013

Oído y leído por ahí



Oí a un periodista escocés hacer un crítica al director técnico de la selección de su país.  Dijo: "Quién iba a pensar que detrás de esa imagen de bastardo e hipócrita, lo que había era un bastardo e hipócrita". 


domingo, 28 de julio de 2013

Tonterías


Tonterías, sólo escribo tonterías. Tonterías de noche y por la tarde, tonterías negras y más negras, tonterías cortas y anchas, tonterías que me han hecho llorar sin que nadie más que yo tenga la culpa de escribir tonterías. No te enamores, no ames ni seas amado, no te ilusiones, no llores por nadie, no pienses en nadie o, como verás, terminarás como yo, escribiendo tonterías.

Alfredo Mejía Vélez. 

sábado, 27 de julio de 2013

Me caí del mundo y no sé por dónde se entra



Crónica de Eduardo Galeano,
escritor y y periodista uruguayo



(Para mayores de 50 años)

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos, se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales. ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Sí, ya lo sé, a nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por la calle guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.

Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez al año, el teléfono móvil cada tres meses o el monitor del ordenador todas las navidades. 

Es que vengo de un tiempo en que las cosas se compraban para toda la vida. Es más, se compraban para la vida de los que venían después. La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas. 

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. Tiramos absolutamente todo. Ya no hay zapatero que remiende un zapato, ni colchonero que sacuda un colchón y lo deje como nuevo, ni afiladores por la calle para los cuchillos. De "por ahí" vengo yo, de cuando todo eso existía y nada se tiraba. Y no es que haya sido mejor. Es que no es fácil para un pobre tipo, al que educaron con el "guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo" pasarse al "compre y bote que ya viene el modelo nuevo". Hay que cambiar el auto cada tres años porque si no, "eres un arruinado". Aunque el coche esté en buen estado. Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo. ¡Por Dios! Mi cabeza no resiste tanto. 

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de móvil una vez por semana sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real. Y a mi me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre. Me educaron para guardar todo, lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir.

Sí, ya lo sé. Tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso a las tradiciones), guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes, el primer cabello que le cortaron en la peluquería. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su móvil a los pocos meses de comprarlo?

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron? En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los trapos de cocina, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos... guardábamos hasta las tapas de los refrescos, los corchos de las botellas y las llavecitas que traían las latas de sardinas. ¡Y las pilas! Las pilas pasaban del congelador al techo de la casa porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que terminaran su vida útil en un par de usos.

Las cosas no eran desechables. Eran guardables. Los diarios servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia, para limpiar vidrios, para envolver. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne o desenvolviendo los huevos que meticulosamente había envuelto en un periódico el tendero del barrio! Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer adornos de Navidad y las páginas de los calendarios para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos reutilizarlos estando encendida otra vela, y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguno con la inscripción a mano en una sota de espada que decía: "esto es un 4 de bastos".

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Con el tiempo, aparecía algún pedazo derecho que esperaba a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa.

Nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Y hoy, sin embargo, deciden matarlos apenas aparentan dejar de servir. Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base, las pusimos a convivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de duraznos de volvieron macetas, portalápices y hasta teléfonos. Las primera botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza y los corchos esperaban pacientemente en un cajón hasta encontrarse con una botella. 

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. Me muero por decir que  hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables. Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.

Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. De la moral que se desecha si de ganar dinero se trata. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte en cuanto confunden el nombre de dos de sus nietos, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos en cuanto a uno de ellos se le cae la barriga o le sale alguna arruga.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a mi señora como parte de pago de otra con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que ella me gane de mano y sea yo el entregado.

Decisión final


Te borré de mi lista.
Borré tu nombre
tu dirección, tu teléfono.
Borré también, ¡quién lo creyera!
tu recuerdo, sí, tu recuerdo.
Vuelvo a ser libre
lo grito por las calles
lo cuento a todos
porque al fin tuve ese acto 
de valor increíble
algo que tú nunca 
llegaste a imaginar.
Borré tu recuerdo.
¡Te borré de mi lista!

Jorge Valencia Jaramillo

viernes, 26 de julio de 2013

Si... (if...)



-Si usted pudiera cambiar algo de su primera experiencia sexual, ¿qué cambiaría?

Foto: Merlín Púrpura
De la serie: Homenaje a Luis Caballero

-Cambiaría todo. Cambiaría el pudor, el afán, el lugar y la edad. Cambiaría los mil sonidos periódicos y constantes, secos y chillones de ese colchón. Cambiaría la temperatura, cambiaría los calcetines tan feos que tenìa, cambiaría más miradas y más minutos, apagaría la televisión. Cambiaría las decoraciones de Snoopy y Mafalda por velos vaporosos y en movimiento por un aire colado de las ventanas entreabiertas del desván. Cambiaría casi todo... menos a ella.

Alfredo Mejía Vélez
En el taller creativo: ¿Qué tal si...?

jueves, 25 de julio de 2013

Yo podría decir tantas cosas elementales...




Yo podría decir tantas cosas elementales
cosas como te espero mañana en vespertina
charlemos un cigarro
bebámonos esta tarde
caminemos este café.

Todo
para que este ojo que no te oye
te huela
este olfato que no te tacta
te observe
estos labios que no te besan
te nombren
aunque
a estas manos que te inventan
y a todo este hombre que te espera
le duela.

John J. Junieles
Papeles para iniciar el fuego. 
 
 
 

miércoles, 24 de julio de 2013

Frases dolorosas de autor desconocido



CISMA
Yo sólo hice una cosa: me entregué.
Ella hizo dos: se entregó y se fue.




ODA
Si me quieres tener, hazlo. 
Estoy en descuidados intensivos.














CUENTO DE TERROR II
Me fui a enterrar los restos de un amor,
pero vi que era imposible,
ni siquiera habìa muerto.

Un amor se termina por...

"Un amor se termina por: abuso, irrespeto, intolerancia, cansancio, aburrimiento, dejadez, orgullo, tacañería, arrogancia, pesadez, violación de la intimidad, abuso de poder, celos posesivos, insistencia obsesiva en estar permanentemente juntos o de saber en qué lugar se encuentra el otro y con quién las veinticuatro horas del día, incluso si está en otro país. Un amor se termina por desencanto, por falta de ganas, porque, en resumen, aporta menos de lo que demanda.
"¿Quiere una idea contundente para tratar a su marido cuando lo ve como un mosquito y quisiera aplastarlo contra la pared? Abra la ventana, deje que salga y luego ciérrela. Lo tendrá probablemente un buen tiempo dándose golpes contra el vidrio.
"¿Ha visto a los exterminadores de las películas gritando histéricamente mientras apuntan esas armas de las que salen chorros de fuego? No, ¿cierto? Pórtese como ellos. Con seguridad y con un cierto grado de encanto al caminar. Y cuando dispare, sonría. Es parte fundamental del guión."

Alejandra Uribe. 
 
 

lunes, 22 de julio de 2013

Doctor, ¿qué padezco?



Mi tío se encontraba bien de salud, hasta que su mujer, a instancias de su hija, mi prima Tatale dijo:

-Vas a cumplir 80 años, es hora de que te hagas una revisión médica.

-¿Para qué? Si yo me siento muy bien.

-Porque la prevención debe hacerse ahora, cuando todavía te sientes joven, contestó mi tía.
Por eso mi tío fue a consultar al médico. El médico, con buen criterio, le mandó a hacer exámenes y análisis de todo lo que pudiera hacerse y que la Seguridad Social pagase.

  
A los quince días el doctor le dijo que estaba bastante bien, pero que había algunos valores en los estudios que había que mejorar. Entonces le recetó Atorvastatina Grageas para el colesterol, Losartán para el corazón y la hipertensión, Metformina para prevenir la diabetes, Polivitamínico, para aumentar las defensas. Norvastatina para la presión, Desloratadina para la alergia. Como los medicamentos eran muchos y había que proteger el estómago, le indicó OmeprazolDiurético para los edemas

  
Mi tío fue a la farmacia y gastó una parte importante de su jubilación por varias cajitas primorosas de colores variados.

Al tiempo, como no lograba recordar si las pastillas verdes para la alergia, las debía tomar antes o después de las cápsulas para el estómago, y si las amarillas para el corazón, iban durante o al terminar las comidas, volvió al médico. Este, luego de hacerle un pequeño planning con las ingestas, lo notó un poco tenso y algo contracturado, por lo que le agregó Alprazolal Sucedal para dormir.

Esa tarde, cuando entró a la farmacia con las recetas, el farmacéutico y sus empleados hicieron una doble fila para que él pasara por el medio, mientras ellos lo aplaudían.

Mi tío, en lugar de estar mejor, estaba cada día peor. Tenía todos los medicamentos en el aparador de la cocina y casi no salía de su casa, porque no pasaba momento del día en que no tuviera que tomar una pastilla.

A la semana, el laboratorio fabricante de varios de los medicamentos que él usaba lo nombró "cliente protector" y le regaló un termómetro, un frasco estéril para análisis de orina y una lápiz con el logo de la farmacia.

Tan mala suerte tuvo mi tío que a los pocos días se resfrió y mi tía lo hizo acostar como siempre, pero esta vez, además del té con miel, llamó al médico. Este le dijo que no era nada, pero le recetó Tabcin día y noche y Sanigrip con efedrinaComo le dio taquicardia le agregó atenolol y un antibiótico, Amoxicilina de 1 gr. cada 12 horas por 10 días. Le salieron hongos y herpes y le indicacon Fluconol con Zovirax.

Para colmo, mi tío se puso a leer los prospectos de todos los medicamentos que tomaba y así se entero de las contraindicaciones, las advertencias, las precauciones, las reacciones adversas, los efectos colaterales y las interacciones médicas. Lo que leía eran cosas terribles. No sólo se podía morir, sino que además podía tener arritmias ventriculares, sangrado anormal, náuseas, hipertensión, insuficiencia renal, parálisis, cólicos abdominales, alteraciones del estado mental y otro montón de cosas espantosas.

Asustadísimo, llamó al médico, quien al verlo le dijo que no tenía que hacer caso de esas cosas porque los laboratorios las ponían por poner.

-Tranquilo,  no se excite, le dijo el médico mientras le hacía una nueva receta con Rivotril con un antidepresivo, Sertralina de 100 mg. Y como le dolían las articulaciones le dieron Diclofenaco.


En ese tiempo, cada vez que mi tío cobraba la jubilación, iba a la farmacia donde ya lo habían nombrado cliente VIPEsto lo hacía poner muy mal, razón por la cual el médico le recetaba nuevos e ingeniosos medicamentos. Llegó un momento en que al pobre de mi tío las horas del día no le alcanzaban para tomar todas las pastillas, por lo cual ya no dormía, pese a las cápsulas para el insomnio que le habían recetado. 


Tan mal se había puesto que un día, haciéndole caso a los prospectos de los remedios, se murió. Al entierro fueron todos, pero el que más lloraba era el farmacéutico.
Aún hoy, mi tía afirma que menos mal que lo mandó al medico a tiempo, porque si no, seguro que se hubiese muerto antes.
Ah,  si no hubiera tomado nada y hubiese seguido con su régimen sano con pollo sin piel, pavo, lentejas, aceite de oliva, frutas, verduras de todos colores, poca sal y nada de azúcar (stevia o sucralosa, no aspartame, y con una copita de vino tinto cabernet sauvignon y caminando 6 mil pasos diarios estaría vivido y coleando.

viernes, 12 de julio de 2013

¿Has dicho "Te Quiero" hoy?

Tras el fallecimiento de la periodista española Concha García Campoy,  los medios de comunicación, compañeros de profesión y amigos han expresado su pesar y han hecho pública su admiración hacia ella como comunicadora y como ser humano. 

Dentro de todos los vídeos que se han publicado en estos días, me ha llamado la atención una frase de Concha: "Nunca me habían dicho tantas veces Te Quiero", refiriéndose a las manifestaciones de cariño que recibía desde que hizo publica su leucemia. Recuerdo aquella sentencia de años atrás: "¡En vida, hermano, en vida!". Cuánta falta nos hace a los humanos decirlo a quienes queremos, cuando están sanos, en el día a día, cuando están tristes o cuando nos hacen más grata la existencia. Es muy fácil, pero nos escudamos en las prisas diarias, en las ocupaciones y "pre-ocupaciones", en nuestro mundo egoísta y pequeñito, y lo olvidamos o damos por sentado que el otro lo sabe. Pero también es bueno oírlo. Creo que Truman Capote fue quien dijo que si nos informaran que el planeta se extingue en unas horas, se harían colas interminables de gente ante los teléfonos (entonces no había móviles, ni Whatsapp, ni Line), afanados por llamar a otras personas para decirles cuánto les quieren.

Me alegra que Concha se haya ido de este mundo sabiendo que la querían y que se lo habían dicho. Me alegra por la huella que dejó a su paso. Y me alegra por los que se lo dijeron personalmente cuando aún podía disfrutar de esas palabras, seguramente apoyadas en una mirada limpia y una sonrisa en el rostro. 

Y tú, ¿has dicho Te Quiero hoy?

miércoles, 10 de julio de 2013

Touch, touch me.



Anoche se estrenó en el canal Cuatro de España, la serie estadounidense Touch (2012), cuya premisa es que la ciencia y la espiritualidad se encuentran con la esperanzadora premisa de que todos estamos interconectados, atados con lazos invisibles a aquellos cuyas vidas estamos destinados a impactar y alterar. 

Al estilo de Mentes Criminales o Anatomía de Grey, cada capítulo se cierra con reflexiones  como las que transcribo a continuación, de los dos primeros episodios.

La proporción es siempre la misma. Una a 1,618 una y otra vez. Los patrones de diseño matemático están escondidos a simple vista. Sólo tienes que saber dónde mirar. Siete mil millones de personas y sólo unos pocos de nosotros pueden ver las conexiones. Hoy enviaremos más de 300 billones de correos electrónicos, 19 billones de mensajes de texto y aún así nos sentimos solos. Una persona promedio dice 2250 palabras a otras 7.4 personas. ¿Esas palabras se usarán para herir o para curar?

Hay un antiguo mito chino sobre el hilo rojo del destino. Dice que los dioses ataron un hilo rojo alrededor de  nuestros tobillos y unieron a todas las personas cuyas vidas estamos destinados a tocar. Este hilo puede estirarse o enredarse. Pero jamás se romperá. Todo está predeterminado por las probabilidades matemáticas y es mi trabajo seguir el rastro de todos esos números para hacer las conexiones de aquellos que necesitan encontrarse, aquellos cuyas vidas necesitan tocarse. (Episodio 1 -Piloto-)

*** *** ***

Siete mil millones de personas en un pequeño planeta, suspendidos en la inmensidad del espacio... completamente solos.Cómo le damos sentido a eso es el gran misterio de nuestra frágil existencia. Quizás estar solos en el universo es lo que nos mantiene juntos, necesitados unos de otros de formas insignificantes, creando un enredo cuántico .. contigo, conmigo, con nosotros. Y si eso es verdad, vivimos en un mundo donde todo es posible. (Episodio 2)

viernes, 5 de julio de 2013

La red social más grande

De la reciente campaña publicitaria de Coca Cola, Benditos Bares, me tocó la frase: "La red social más grande se llama bar". Aparte de que sea una técnica de mercadeo, el spot es muy atractivo, sugerente y con datos muy reales y concretos. Y claro, mejor que estar tirado en el sofá, como un autista con el whatsapp, mucho mejor es quedar con los amigos en el bar, para hablar, reírse, mirarse a la cara, intercambiar ideas y opiniones... ¡aunque no tomes Coca Cola!


Doble check...



Para los adictos, para los que no preguntan cómo estás ("bien, ¿y tú?"), para los que no contestan, para los que no dicen que están ocupados y te dejan hablando solo, para los que ignoran, para los que bloquean, para los que no  hablan cara a cara, para los autistas funcionales, para los que no saben que la mejor red social son los amigos de carne y hueso y no una pantalla de móvil, para los "marquilleros" (o sea, tía, fuera de IPhone no hay nada), para los que no miran la hora (in)adecuada de enviar un mensaje, para los que creen que tienes que estar disponible 24 horas, ... para quien le caiga el guante (que se lo chante).