lunes, 9 de septiembre de 2019

Morirse es una costumbre que suele tener la gente


La gente muere y queda todo ahí: los planes a largo plazo, las tareas de casa, las deudas con el banco, las parcelas, las joyas, el coche nuevo que compré para tener estatus.

La gente muere sin siquiera guardar la comida en el refrigerador;  todo se pudre, la ropa se queda colgada o puesta en su lugar.

La gente muere, se disuelve toda la importancia que pensábamos que teníamos, la vida continúa, las personas superan tu ausencia y siguen sus rutinas normalmente.

La gente muere y todos los grandes problemas que creíamos que teníamos se transforman en un inmenso vacío. Los problemas viven dentro de nosotros. Las cosas tienen la energía que ponemos en ellas y ejercen en nosotros la influencia que permitimos.

La gente muere y el mundo sigue siendo caótico, como si nuestra presencia o ausencia no hiciera la menor diferencia. En realidad, no lo hace. Somos pequeños, pero prepotentes. Vivimos olvidando que la muerte siempre está al acecho.

La gente muere, pues así es: un parpadeo y al otro ya estás muerto. El perro es donado y se aferra a los nuevos dueños. Los viudos se casan nuevamente, andan de la mano, van al cine, se divierten y te olvidan.

La gente muere y somos rápidamente reemplazados en el puesto que ocupábamos en la empresa.

Las cosas que ni siquiera usamos, son donadas, algunas tiradas a la basura.

Cuando menos esperamos, la gente muere. Por otra parte, ¿quién espera morir? Si la gente esperase por la muerte, tal vez procurara vivir mejor, tal vez usara su mejor ropa hoy, usara su mejor perfume, viajará hoy, tal vez la gente comiese el postre antes del almuerzo, tal vez la gente esperase menos de los demás. Si la gente esperase por la muerte, tal vez perdonaría más, reiría más, apreciara la naturaleza, tal vez valoraría más al tiempo y menos al dinero.

Si la gente tuviera conciencia de que puede partir de este mundo en cualquier momento, tal vez entendería que no vale la pena entristecerse con las cosas banales, oyese más música y bailase aún cuando no lo sepa hacer bien.

El tiempo vuela. A partir del momento en que la gente nace, comienza el viaje veloz con destino al fin y aún hay quienes viven con prisa, sin darse el regalo de percibir, que cada día más es un día menos, porque la gente muere todo el tiempo, poco a poco y un poco más, cada segundo que pasa.

Respondamos para nosotros, la pregunta: ¿Qué estoy haciendo con el poco tiempo que me queda?

Te invito a reflexionar y ser proactivo. Disfruta todo lo bello de esta vida y aprovecha toda oportunidad de ser feliz y hacer felices a quienes te rodean.


jueves, 5 de septiembre de 2019

Amar la inutilidad



La utilidad es una cosa muy agotadora; ser útil para alguien es algo muy agotador (...) pero yo creo que la utilidad es un territorio muy peligroso, porque muchas veces, creemos que le gustamos a los demás, pero no es así, el otro está interesado en aquello que uno hace por él.

Es por eso que la vejez es ese tiempo en que pasa la utilidad y sólo queda su significado como persona, creo que es el momento en que purificamos, el momento en que tendremos la oportunidad de saber quién nos ama de verdad; porque sólo nos ama, sólo se va quedar hasta el final, aquel que después de nuestra utilidad, descubrió nuestro significado.

Por eso yo siempre rezo a Dios, siempre hago la oración de poder envejecer al lado de las personas que me amen, aquellas personas que me puedan proporcionar la tranquilidad de ser inútil, pero al mismo tiempo sin perder mi valor.

Cuando viva aquella fase de la vida:  "Coloca al padre Fábio en el sol, quita al padre Fábio del sol", entonces ahí yo pido a Dios siempre la gracia de tener a alguien que me coloque al sol, pero sobretodo de que haya alguien que venga a quitarme después. Alguien que sepa acoger mi inutilidad, alguien que me mire así, que pueda saber que yo ya no sirvo para mucha cosa, mas que continuo teniendo mi valor.

Porque la vida es así, … si quieres saber si el otro te ama de verdad, es sólo identificar si él sería capaz de tolerar tu inutilidad.

¿Quieres saber si amas a alguien? Pregúntate a ti mismo: ¿Quién en esta vida pueda ya volverse inútil, sin que sientas ganas de tirarlo a la basura?

Es así que nosotros descubrimos el significado del Amor, sólo el Amor nos da condiciones de cuidar del otro hasta el final. Por eso yo digo, feliz aquel que tiene, al final de la vida,  la gracia de ser mirado a los ojos y escuchar una voz que le diga: Usted no sirve para nada, pero yo no sé vivir sin usted.

Padre Fábio de Melo


(Nació en Formiga, Minas Gerais (Brasil), en 1971. Es sacerdote, escritor, profesor universitario y presentador, además evangeliza por medio de la música. Desde 2008,  ha vendido más de dos millones de CD y quinientos mil libros).

lunes, 2 de septiembre de 2019

¿Suerte o cojones?

Nunca le digas a un inmigrante que tuvo suerte porque le fue bien.

Suerte?  Suerte es la lotería. Suerte es que Dios te cuide la salud. El resto es tener huevos. El resto es ver venir la crisis y ver tu futuro truncado y querer algo mejor. Es armar el plan, ejecutarlo, pensarlo, ahorrar, buscarle la vuelta. Es llegar a tu país elegido, a tu nueva patria y darte cuenta que no te conoce nadie y que a nadie le importa quien carajos eras, sino quien eres. A ver, demuéstralo.

Es insultante decirle a alguien que le fue bien porque tuvo "suerte". La suerte se hace.  Uno trabaja de cualquier cosa y va progresando que es lo que normalmente pasa en un país normal. Después de muchos años uno levanta cabeza, arranca en serio. Cumple sus sueños a fuerza de poner el lomo y la cabeza. De saber insertarse, de hacer amigos, de poder aprender el idioma y la cultura. De capacitarse, de estudiar, de homologar títulos, de seguir capacitándose, de sacrificarse... ¿Suerte?

Suerte? no, mijito. Eso no es suerte. Eso es determinación y valor. Eso es apretar los dientes por no tener a la familia alrededor, es perderse muchas eventos familiares en su país de origen. Pero también es elegir zafarse del "destino". Despojarse de los mandatos paternos/familiares de que uno tiene que hacer A, B o Z. Hay que tener agallas. Hay que tener claridad mental y fortaleza de espíritu. Es poder decir "Lamento que no estés de acuerdo pero yo voy a conducir mi destino". 

Emigrar no es para cualquiera. Se necesita cierta locura, cierto apego a la aventura y valentía para afrontar lo desconocido. Hambre de aprender y de conocer.

Decirle a alguien "te va bien porque tuviste suerte"  es de mala leche. Es querer bajarle el precio a su esfuerzo. Es chorrear envidia.

Los inmigrantes pagamos la "suerte" muy cara. Con sangre, sudor y lágrimas. Y lo volveríamos a hacer una y mil veces. El inmigrante tiene un espíritu indomable. Es hijo de los barcos. Y los barcos están seguros en el puerto. Pero los barcos no se construyeron para eso. Se construyeron para desplegar las velas y echarse a la mar. En las tormentas se hacen los marineros. De suerte, muy poco. De coraje, valor y esfuerzo, mucho...

#byfabiomolina