martes, 17 de mayo de 2016

Día Internacional contra la LGTBfobia



El 17 de mayo se conmemora el Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia. Una fecha en la que no nos tenemos que dejar seducir por el brillo de los logros alcanzados por el colectivo LGTB y mostrar nuestro lado más concienciado. Y es que solo con el esfuerzo de tod@s podremos acabar con la discriminación.

lunes, 9 de mayo de 2016

Si la muerte pisa mi huerto...

 

-"Ha muerto Fulano".

-"¡Pobrecito!"

¿Cómo que pobrecito?, contesto siempre que escucho esta expresión acerca de alguien que ha muerto. Como si fuera una pena o hubiera que lamentar que esa persona ya no sufre los dolores de una enfermedad larga, o ya no tiene que aguantar las angustias inherentes a la vida misma. Pobrecitos los que quedan (quedamos) en esta parcela. Pobrecitos los que pierden a su madre, a su padre, a su hijo o a su pareja. Pobrecitos los que se quedan aquí con el remordimiento de no haber amado, de no haber dicho, de no haber compartido con ese ser que ha trascendido. 

Si tienes alguna fe, si sigues alguna religión, sabrás que el Espíritu, al Alma, abandona el cuerpo y lo deja pudriéndose o convertido en cenizas, y trasciende, crece, se libera de ataduras tales como el dolor, la enfermedad o la soledad. Y si vas de agnóstico o de ateo, si crees que todo acaba con el último suspiro, ¿para qué te lamentas, si todo termina ahí?

A unos y otros los veo llorar en los funerales. Esos eventos sociales donde la gente se reúne para "despedir a un ser querido". Y conversan, ríen, hasta toman unas cervezas. Unos ponen cara de circunstancias. Otros lloran amargamente por la ausencia o por remordimiento. Y piden misas. Sí, los agnósticos y ateos también, por si acaso o por aparentar,  y hasta comulgan, en un rito del que hasta el difunto renegaba. 

Y yo me quedo pensando siempre en los que quedan, en los que durante años y años recuerdan y añoran a su hijo que partió pronto, en los hijos que se quedan sin madre o sin padre, en los ancianos que pierden a su pareja y se quedan a merced de familiares que los archivarán en un asilo. Por ellos sí siento pena. Por quien se ha ido, aunque note su ausencia y me duela, creo y siento que ha partido a un estado superior y que ya no siente dolor físico ni espiritual. Y me quedo con el consuelo de la obra que dejan, con la semilla que han sembrado y con la luz que ilumina a quienes tuvieron la bendición de cruzarse en su camino.


viernes, 6 de mayo de 2016

Marisa se ha ido

Conocí a Marisa el primer día de clases de nuestra carrera. Éramos los benjamines del grupo y desde el comienzo tuvimos muy buena relación, una amistad que se prolongó durante años, así estuviésemos cada uno en lo suyo: ella con su matrimonio, sus tres hijos estupendos, su carrera de comunicadora empresarial, y yo a lo mío, también con la carrera, emigrando. Y aunque nos separaran miles de kilómetros, siempre estábamos cerca el uno del otro, y nos buscábamos y nos encontrábamos (por teléfono o mail) en los cumpleaños, en las navidades, en los años nuevos, o en mis visitas a Medellín, cuando quedábamos para un café, o para desayunar. La hora no importaba, lo que valía la dicha (no una pena) era sentarnos a hablar, como si nos hubiésemos visto el día anterior.

Marisa siempre destacó profesionalmente, y de ello pueden dar testimonio las empresas a las que asesoró y los alumnos a los que formó. Pero en lo que más la aprecié y por lo que más la echaré de menos, es por su compañerismo, amistad, honestidad y lealtad. Siempre tuvo una palabra de ánimo, una risa sincera, un abrazo al corazón. Nunca economizó el afecto. Era la primera en felicitarte por un éxito o en apoyarte en un momento difícil. Y creo que su principal obra sigue aquí en la tierra con los hijos que deja: responsables, educados, serios y buenas personas, y a quienes acompaño en su pena desde la distancia.

Hablé con Marisa por su último cumpleaños, cuando le envié un whatsapp desde la Plaza del Pilar y le envié una foto del manto de la Virgen en su fiesta. Me apenó mucho saber que justo ese día estaba ingresada en el hospital. No parecía nada serio pero su salud se fue deteriorando, aunque ella seguía aferrada a su fe, a la vida y al Amor. Pero como los buenos se marchan antes, ayer terminó su andadura por este mundo, seguramente acompañada de los suyos y llevando en su muñeca la cinta de la Virgen del Pilar que le mandé hace unos meses. 

Marisa nos hará mucha falta, pero estoy seguro que ahora está en el Cielo, donde no hay dolor ni pena y desde donde mirará con satisfacción los resultados de su paso por esta Tierra.

Un abrazo para tu madre y tus hijos. Y para ti, Marisa, una oración y mi eterno recuerdo.