jueves, 13 de agosto de 2020

"Especial para mayores de 50”, de Harold Schlumberg

En la vida todos tenemos un secreto inconfesable, 
un arrepentimiento irreversible, 
un sueño inalcanzable 
y un amor inolvidable.

Modelo: Jean Ives, the rollerman.

Las mujeres y hombres maduros de ahora hemos llegado a una edad maravillosa en la que emprendemos el camino del desaprendizaje. Fuimos criados con la creencia de que debíamos ser los mejores en todo: mejores estudiantes, mejores esposas, mejores esposos, mejores profesionales, mejores madres y padres, etc. Fuimos educados con la creencia de que todo es pecado.

Ha llegado la hora del desaprendizaje. Ha llegado la hora de decir no en muchas ocasiones, de mandar al carajo los compromisos y las obligaciones. Pasó la hora de las responsabilidades desvelantes. Ahora nos gusta estar solos, disfrutar buenas conversaciones con gente que no nos insulta y que cree lo mismo que nosotros o que no le importa que opinemos diferente. Es la hora de hablar de todo sin necesidad de sostenerlo como medio de defensa.

Modelo: Jean Ives, the rollerman.
Es hora de ver películas, de estar en una finca, de ir a pescar al río, durante la semana, de leer, de escuchar, de sonreír y de burlarse de la mayoría de los mortales que viven pendientes de las pendejadas. Nosotros ya demostramos que las responsabilidades fueron bien atendidas por nosotros, que hicimos las cosas lo mejor posible, que dejamos huellas, que somos buenas personas.

Lo que nos queda de vida es para nosotros, para disfrutar, para cumplir el mandamiento divino de amarnos a nosotros mismos. Por eso vamos a hacer lo que nos da la gana. Viajar al máximo, tomando café con amigas y amigos, conversando con todo el que nos encontremos. Ya pasó la época de los roles. Lo que fuimos, fuimos; ahora somos para nosotros mismos sin tener que rendir cuentas a nadie. Los demás seguirán su camino de responsabilidades y de afanes, de preocupaciones y nerviosismos. Nosotros ahora, estamos por encima del bien y del mal.

Vamos a museos, asistimos a conferencias y si no nos gusta nos salimos sin que nos importe, redescubrimos al Quijote. Ahora asistimos con mayor frecuencia a entierros y nos damos cuenta de que se aproxima el nuestro, pero estamos preparados, pues al fin y al cabo vivir es mortal. La vida es para nosotros una profunda experiencia interior, lejos de mitos, ritos, limosnas y pecados sin fin.

Es la hora de empezar a relajarnos y de conversar largas horas con uno mismo, que es el único que permanece siempre, ahora y después de que abandonemos la nave del cuerpo. Nos rodean pocos seres a quienes amamos profundamente y que seguirán viviendo sus propias experiencias, estemos nosotros o no. Mandaremos para donde sabemos a la gente que nos molesta, la tóxica. Quienes nos buscan sin egoísmos van a encontrar una sonrisa, una mirada tierna y comprensiva, un consejo acertado o no, afecto.

Somos, ahora sí, libres de ataduras, de prejuicios, de creencias.

Somos libres si no le tememos ni a la vida ni a la muerte…

lunes, 10 de agosto de 2020

Más abiertos que nunca

George Mpanga, más conocido por su nombre artístico, George the Poet, es el autor de la letra de Más abiertos que nunca, la primera campaña de Coca-Cola tras el inicio de la crisis sanitaria, en la que nos anima a encarar el futuro con optimismo y aprovechar este momento de inflexión para construir una sociedad mejor entre todos. 

De origen ugandés, criado en un barrio humilde de Londres, pero graduado en la prestigiosa Universidad de Cambridge, este premiado poeta, rapero y presentador de podcasts británico encarna lo mejor de ambos mundos y comparte una visión del futuro similar a la de Coca-Cola

Muy comprometido socialmente, aboga por que, paso a paso, rompamos con lo anterior y estrenemos una nueva realidad en la que nos miremos, escuchemos, sonriamos y acerquemos más, celebrando y sintiéndonos orgullosos de lo que cada uno somos.

... ... ...

Eh… Un momento. 
¿Quién dice que tengamos que volver a la normalidad?
¿Y si la nueva normalidad fuera una nueva realidad que rompiera con todo lo anterior?
¿Y si el cambio estuviera en nuestras manos?
¿Y si decidiéramos abrirnos y decir…:
Nunca más diré que mi trabajo no es importante.
¿Por qué esperar a otra crisis para amarnos abiertamente?
No diré que el profesor tiene muchas vacaciones ni "el cole me aburre y quiero que se acabe".
¿Y si dejo mis auriculares
y escucho de verdad?
¿Y si me estoy perdiendo el brillo de tus ojos?
¿Y si sonrío más a menudo,viajo menos y lo disfruto más?
¿Y si aprendo repostería……y a tocar la batería?
¿Y si bailo solamente para ti?
Puede que así coja el ritmo antes.
¿Y si dejo de ser un extraño en mi casa…
y aprendo de todas las experiencias...
y (le) aplico la distancia social al mal rollo…
y pruebo que lo divertido puede ser sexy?
"En cualquier caso, sigo siendo mono".
¿Y si dejo de posponer mis sueños? 
¿Y si estoy ahí cuando necesites un amigo?
¿Y si celebro mi color, 
mi pelo, 
mi cuerpo, 
cada día, 
¡incluso los lunes!
Cumpliré todo lo que diga.
Haré valer mi voto y alzaré mi voz.
Nunca más diré que la ciudad tiene demasiados turistas.
Seré un líder coherente.
Tendré una gran familia.
Siempre estaré a tu lado.
Diré "Sí, quiero""... y "te quiero".
Nunca olvidaré lo fuertes que somos cuando estamos unidos.
Lo vamos a conseguir, 
vamos a capear el temporal.
Así que seamos abiertos.
Más abiertos que nunca. 


jueves, 6 de agosto de 2020

Yo soy...

¿Qué eres? ¿Quién eres? 
¡Yo soy!

Las etiquetas para los envases.

Maravilloso spot de la compañía bancaria ING, tan necesario para ser conscientes de las etiquetas que no llevan a ninguna parte. Lo que tú eres es cosa tuya. El banco que elijas, también.



Ni progre ni facha. Ni pijo ni tirao. Ni cultureta ni frívolo. Ni guapo ni feo. Ni de estos ni de aquellos. Ni tibio ni radical. Ni carroza, ni milenial ni fofisano ni viejoven. No lo intentéis más, porque yo soy mucho más grande. Yo soy...: Juan, Cristina, Carlos, Ezequiel, María, Alberto, Inés, Ester... 

Yo soy yo. 
Yo soy libre. 

martes, 4 de agosto de 2020

De confesiones, estereotipos y riendas vitales

Ser homosexual no es el estereotipo de loca afeminada, ni de hombre  musculoso de barba y bronceado, ni la travesti de lentejuelas. Ninguno de ellos significa lo masculino o lo femenino. Yo, en mi transitar de casi 50 años he establecido una interacción conmigo que no se reduce a lo uno ni a lo otro. Soy un hombre ético, sensible, que ha explorado su cuerpo, que ha hecho su voluntad de diferentes maneras,  desde una maleta con maquillaje y tijeras,  hasta otras con tenis y trusa, o con libros de pedagogía y filosofía, con neurociencia y psicología, con una pala y unas botas, después una mascarilla,  hasta una maleta para vaciar en un psicoanálisis profundo a cargo de mí,  de hacer de mi vida algo más que un  síntoma.

He amado, me han amado, también he sido odiado. He besado y tocado muchas pieles, quizás he sido más profundo o más ligero con algunos. Unos bellos, otros no tanto; algunos más masculinos y otros más femeninos, no es lo que importa. Mis semblantes algunos agradan otros repudian. Finalmente nunca me he dejado determinar ni en mi casa, ni en el colegio, ni en las universidades, ni en los trabajos. No tengo la necesidad de ir en tacones ni de ir fortaleciendo mis músculos porque no me impongo el estereotipo. Simplemente voy en mi vida entre múltiples opciones, tomando unas, dejando otras. Me gusta mi versión masculina y disfruto de ella, la cual es demasiado débil para ser macho. Así mismo, disfruto mi sensibilidad, mi ternura, mi voluntad de servicio, mi mirada acogedora y amorosa de la vida. Eso que no me hace suficientemente mujer, porque mi rebeldía y mi pasión más masculina resulta insultante para quienes creen que lo femenino mío es debilidad.

Entonces, para este momento de aislamientos y crisis solo me queda lo poco que reposa en mi almohada, sin tacones, sin músculos y con la profunda convicción de transitar mi vida en la ética, desde donde el espectro gay o hetero no me va a definir. Simplemente soy lo poco que soy en lo más íntimo de mí, eso sí, sin dejarme de nadie.

Nelson

lunes, 3 de agosto de 2020

No es la mascarilla







No asfixia la mascarilla

Un poema de Rafael Montoya Juárez



Coronavirus - ¿Qué tipos de mascarillas hay y quiénes tienen que ...




Asfixia el futuro
que acecha expectante
El peso del tiempo,
Lento, inexorable.

Asfixian las lágrimas
nunca derramadas.
Las frases no dichas

Las bocas tapadas.

Asfixia la vida
que ya no es la misma.
Como aquella estrella
que brilla ya extinta

Asfixia estar solo
entre tanto ciego.
Saberse distinto
y a la vez ajeno.

Asfixia el contagio,
probable, incierto.
Causarles un daño
a quien yo más quiero

Cuando me la quito
duele respirar.
No es la mascarilla,
es todo lo demás.

domingo, 2 de agosto de 2020

Sólo te llevas el Amor. Alex Lequio

Álex Lequio Ana Obregón carta antes de morir

“El problema más grande del ser humano -y el mío hasta que me dijeron que tenía cáncer- es la manera de entender la felicidad, de ser feliz. Me he pasado 27 años de mi vida intentando ser el mejor estudiante, graduarme en la mejor universidad, montar empresas y sentirme un cowboy del capitalismo, siempre anclado en el ‘más es mejor.’ Todo precioso y bonito hasta que un día te dan la noticia y no sabes cuántos meses te quedan de vida”, escribía Álex Lequio antes de morir.
"En un abrir y cerrar de ojos, te das cuenta de la importancia del ‘tiempo.’ Mejor aún, te das cuenta cómo y con quién quieres invertirlo. ¿Cuántas veces no he estado con mi novia por quedarme enviando correos hasta las 3 de la mañana? ¿Cuántas veces he ido a jugar con mi hermanita pequeña? ¿Cuántas veces habré ido a ver a mi madre? ¿Cuántas la he colgado? ¿Cuántas invitaciones rechazadas al cine con mi padre? ¿Cuántas? ¿Cuántas?”.
Y como escribía Ana Obregón, su madre,  Alex quería compartir con todos lo que había aprendido en su corta vida como consecuencia de su cáncer: “No soy nadie para darte un consejo pero quizás, Dios no lo quiera, un día recibas una llamada del hospital después de hacerte una tac, una placa o un análisis de sangre, invitándote a cerrar una cita con urgencia. Quizás ese día se sienten 7 médicos delante de ti y ‘bum’ todas esas metas por ser un as se evaporan. Al final sólo te llevas el tiempo y el amor que has dedicado a las personas que quieres, a las que... ”, escribía el joven Alex Lequio sin poder terminar su carta.