jueves, 6 de septiembre de 2007

Tristezas, melancolías y angelitos

Hay días en que amanecemos tan lúgubres, tan lúgubres. Que nos levantamos de la cama sabiendo que tenemos que ir a los deberes. Y no sabemos si debemos o tenemos que... trabajar, sonreir, ser amables, aguantar las impertinencias, luchar y no saber por qué ni para qué, insistir en alcanzar lo que hace tiempo hemos perdido la fe en conseguir.

Hay días en que despertamos a la misma hora de todos los días, pero el sol se despereza más tarde. Y al mirar por la ventana el cielo está oscuro y el día lo presentimos gris. Nos miramos al espejo, hacemos caso omiso de la cara que nos mira y nos ponemos la máscara con la sonrisa y las ideas que nos apetece lucir.

Hay días que la más pequeña indiferencia de los otros seres humanos (que a lo mejor van tan lúgubres como uno) nos producen pequeñas fisuras en el alma.

Hay días en que nos preguntamos si todo vale la pena. Si lo que hacemos nos producirá al menos pequeñas dichas. Si alcanzaremos a la meta y, aún más, si una vez lleguemos allí, tendremos la energía para subir al podio y recibir el premio.

Hay días en que te encierras en la burbuja que te has creado para protegerte. Pero es eso, una burbuja, y alguien o algo te la pincha y te deja fuera.

Y uno de esos días alguien aparece con una sonrisa de ángel para hacerte saber que no estás solo. Su simple andar a tu lado, sin decirte nada, sin opinar, ni hurgar en tus sentimientos, te ayudan a tenerte en pie. Esos ángeles de carne y hueso, que también son frágiles y tienen sus historias, tienen la capacidad de fortalecerte... aunque la causa de tus tristezas y melancolías pueda deberse a un simple otoño más que se avecina.

1 comentario:

  1. Pues el tiempo me ha hermetizado todavia mas. Quedan resquicios que todavia no manejo, pero a estas alturas tengo mas concha que un Galapago (en todos los sentidos, maja).

    Bexos

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