miércoles, 5 de septiembre de 2007

Diana y Teresa


"La Madre Teresa fue un hito histórico.











Diana, una turista preocupada".













(Titular del semanario indio Outlook, con motivo de la muerte de estas dos mujeres en 1997).


Hace diez años murieron las dos. Diana Spencer, o Diana de Gales, en un accidente (o lo que lo parece) en una calle de París, acompañada de su novio. Los detalles de su vida y su muerte los sabemos (o creemos saberlos) hasta la saciedad. Que si el amante, que si la bulimia, que si se intentaba suicidar, que si era bella o simplemente chic, que si trabajaba por los niños y se manifestaba contra las minas antipersonales, que si fue una infeliz muchacha encerrada en una jaula de oro que sucumbió ante la idea del príncipe azul.
Su contrapunto, otra figura pública, la monja albanesa Teresa, más conocida como la Madre Teresa de Calcuta, la conocemos como una mujer anciana, enjuta, envuelta en su sari, recorriendo las calles de la India, para alimentar a los pobres y curar a los enfermos. Se alimentaba básicamente de arroz y pasó su vida haciendo el bien. Su ejemplo de vida religiosa lo han seguido cientos de hombres y mujeres en todo el mundo.

Diana de Gales, hoy llamada la Princesa del Pueblo, y Teresa de Calcuta, hoy haciendo cola para entrar en el santoral católico, se parecían en que ambas "mojaban prensa". Pero en su modo de vida, poco. Aún pienso que es muy fácil seguir los lineamientos de asesores publicitarios y posar con niños mocosos para las revistas; como pienso que sí que es difícil dormir en el suelo, comer poco y abrazar y besar a los leprosos que agonizan en medio de la calle, rodeados de ratas y de los olores de las alcantarillas.

Se parecían también en que murieron con pocos días de diferencia. A la primera, Diana, le lloraron y la homenajearon, llenaron el portal de su casa y su calle de flores, la llevaron a la tumba en una carroza de lujo y aún se habla de las causas y de los causantes de su muerte. A la segunda, a Teresa, le recuerdo en un simple ataúd, descalza, rodeada de sus hermanas de congregación y de miles de seguidores y hoy se habla de algún milagro que "avale" su ingreso en los altares.

Dos mujeres del siglo XX. Dos iconos. Dos diferentes modos de vivir la vida. Dos caminos elegidos por decisión propia. Dos biografías que habrá que dejar reposar para que el futuro las ponga en su justa medida.

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