
miércoles, 28 de mayo de 2008
Sueños rotos... y el último café

lunes, 26 de mayo de 2008
Un hijueputa menos

Me enerva su solo nombre. Me enerva que haya muerto sin pasar por la cárcel. Aunque también me alegra que no hayan tenido que cuidarlo y alimentarlo en una de esas celdas hacinadas. Me enerva el comunicado de sus "jefes de prensa": "Murió el camarada en brazos de su compañera y rodeado de su guardia personal". Un comunicado con todo el protocolo. Y me da rabia porque murió con alguien de sus afectos, mientras los cientos de secuestrados en Colombia están alejados a la fuerza de sus seres queridos y nos llenan el país de dolor y de desesperanza.
Es en estos casos cuando dejo que la rabia me salga del corazón. Me considero creyente de la Justicia Divina (mucho más que en la humana). Y sé que arderá en los profundos infiernos por toda la eternidad. Y conservo la fe en que su desaparición del mapa político y las deserciones de tantos de sus seguidores, sean otro paso más hacia el bienestar y la paz de mi país de nacimiento.
¡Al menos hay un "hijueputa" menos!
sábado, 24 de mayo de 2008
Publicidad diferenciada
No sé cuáles señores encorbatados o de americanas de diseño se empeñan en diferenciar a los seres humanos y venderles desde coches hasta ilusiones por su aspecto, su sexualidad, su peso, su color o hasta el tamaño de sus...orejas. La publicidad, esa dictadora, antes se dirigía a hombres y a mujeres; ahora a heterosexuales, bisexuales, transexuales, metrosexuales, ubersexuales, ambiguos, gordo(s), flaco(a)s, amas de casa, profesionales, niños, adolescentes. Todo por sectores, en aras de la "efectividad del mensaje". Y hasta hace poco, tenía un grado mínimo de sutileza con los mensajes dirigidos a cierto sector de su público objetivo. Para nadie es un secreto que el sector homosexual es un filón para el mercadeo, dizque por su afán de gastar, de cuidarse, por su escasez de obligaciones y su alto poder adquisitivo. Y de allí que ahora haya cruceros para gays, agencias de viajes para gays, hoteles para gays, playas para gays, agencias matrimoniales para gays, abogados para gays, vinos para gays -con denominación de origen- (¿o vinos con denominación de origen gay?), fragancias para gays, y, por supuesto, publicidad para gays.
No me extraña. Business are business. Los negocios son los negocios. Pero lo que sí me extraña es que sigan hablando de visibilidad y no de guetos: los mismos en que nos meten (metemos) y del que tanto de habla de destruir. ¿Es esto visibilidad? ¿O gueto? ¿Se sale del o se entra al armario? Que alguien me lo explique.
viernes, 23 de mayo de 2008
Ligeros de Equipaje
Hace poco hablamos en este blog de una especie de Síndrome de Diógenes que casi todos tenemos, al ir acumulando trastos y cosas inútiles en cuartos de sanalejo reales y emocionales. Chécheres, recuerdos y emociones con las que llenamos cajones, cajas, habitaciones y el corazón. Y también hablamos de los Camiones de Basura que permitimos que nos descarguen encima. A propósito de esos temas, hoy me llegó una presentación de power point, de esas tan frecuentes por Internet, que comparto aquí por su sencillez y sabiduría.
jueves, 22 de mayo de 2008
Función Descontectar
Alguna vez, en un taller de creatividad, se preguntaba a los asistentes qué modificaciones le harían al diseño del cuerpo humano (a riesgo de dudar de su perfección). La mayoría de los asistentes expresaron que deberíamos tener alas para poder volar, físicamente hablando.


Es como si pudiésemos tener una
, como la del ordenador, donde arrojar lo que nos hace mal, lo que nos daña a nosotros y a los demás, para que cuando nos pregunte si queremos vaciarla, solamente haya que oprimir la tecla
O que cuando las malas emociones y los malos sentimientos estén tocando a la puerta, les digamos con otra tecla, también como la del ordenador: No Admitir.
Incluso que nos pregunte: ¿desea eliminar este archivo definitivamente?, la respuesta indudable sea Yes.



martes, 20 de mayo de 2008
Oración

Esta noche, escuchando a Facundo Cabral volví a acordarme de Tí. Ya sé que debería hacerlo con más frecuencia, pero esta vez es más intensa tu cercanía.
Hoy me he puesto a pensar en lo que el cantor decía: "El hombre es lo que ama". Y pude reflexionar sobre eso e intento hacer una lista. Amo lo seres de corazón millonario, amo los honestos, amo la sensibilidad y la grandeza de quienes saben decir con lágrimas en el alma que ellos aman. Amo a quienes dejan una semilla de ternura en el corazón de los solitarios. Amo la soledad que deja buenos consejos. Amo a mis amigos (y amigos, Tú lo sabes, siempre son buenos). Amo a aquellos que se dan a los otros por seguirte con convicción.
Esto lleva, Señor, a pensar también en lo que odio. Sí. Odio los pusilánimes, la guerra, los oídos cerrados, los ojos dormidos. Odio las injusticias que cometo, la soberbia de mis juicios, el gusto por lo banal. Odio las veces que olvido decir que amo a quienes me aman, odio la aceptada hipocresía social.
Señor, Tú sabes cómo es este mundo. Sabes cómo nos has hecho. Con orgullos, vanidades, fatuos, con cerebro y sentidos, variables como veletas. Tú sabes de nuestras ambivalencias. Sabes de cambalaches, merengues, lodos y manoseos. Sabes de la sordidez de la tierra. Pero también sabes de primaveras, auroras, lunas y atardeceres. Sabes de dolores, esperanzas y desatinos. Sabes, más que nadie, cómo somos.
Puedes, mejor que nadie, comprender que olvidemos que los pájaros no siegan ni siembran y que Tú ves por ellos; que no recordemos que ni Salomón vistió mejor que los lirios del campo, que no tejen ni hilan; puedes comprender nuestros orgullos, el querer voluntariamente no ser ni de aquí ni de allá; puedes incluso saber los caminos que nos harán reaccionar de senderos que pesan tanto. Puedes hacer que ni la suegra vaya contra la nuera ni el hijo contra la madre. Puedes hacer que ella de sólo dos regalos: la Vida y la libertad de vivirla.
Puedes, Señor, evitar que la madre llore en el patio y la abuela está triste en la cocina. Puedes, Señor, si quieres, que no te crucifique de tanto en tanto, sino que te baje de la cruz con AMOR. Puedes...
Por hoy, basta. Tú sabes el resto. Ya Tú lo sabías todo. Para qué, si no, sólo tu par de huellas en la arena conmigo en brazos. Para qué, si no, me has dado un corazón. Para qué, si no, puedo decir: "¡Gracias a la Vida, que me ha dado tanto!".
Cógela no más. No permitas que me falte el cordel, ni que un mal viento me dé fin.
(Escrito el 14 de mayo de 1986 a las 11:40 p.m., después de un concierto de Facundo Cabral en el Teatro Pablo Tobón Uribe de Medellín. Y sigo pensando igual).
lunes, 19 de mayo de 2008
¿De qué color es tu velo?

Carmen está allí desde 1792. Defendió a la ciudad. Impidió la entrada a los que querían sitiarla. Ha visto crecer a esa misma Zaragoza, hasta quedar en medio de una rotonda donde le dan la vuelta coches, autobuses, gentes de prisa... A su lado las monjas en su clausura... más allá los amantes, los caminantes, los viajeros, los festivos... Cuántas cosas habrán visto y oído esas viejas piedras que sobreviven a ataques, reformas y restauraciones.
Ahora ha desaparecido bajo unos velos azules. Como los de tantos y tantas personas. Al pasar de prisa solo se ve un monumento cubierto. Pero al mirar con detenimiento se ve que debajo hay algo, oculto, que con poco esfuerzo puede salir a la luz. Como si no estuviésemos muy convencidos de querer guardarlo. Dicen que todos tenemos algo que ocultar, un pasado oscuro, los errores, alguna miseria, cicatrices de viejas heridas de la vida. Y otros simplemente cubren su verdadero yo con una mentira tras otra. Y cuando se dan cuenta que tienen su lado flaco, que el velo traslúcido deja analizar lo de adentro, en lugar de arrojarlo, ponen delante andamios, más mentiras, más enredos...
En la Puerta del Carmen también hay andamios. Y sobre ellos veo subir a obreros, hombres cuyo trabajo es embellecerla, reforzarla, limpiarla, para que pueda resistir más ataques, más años, más gente, más miradas, más historia. Yo quisiera que aquellos que malcubren su verdadero yo con velos de ilusiones, con fantasías que intentan hacer creer a los demás, los dejaran caer un día, permitiendo que los obreros buenos del alma limpien sus penas y reciclen su figura, para lucir su humanidad más allá de la simple apariencia.
sábado, 17 de mayo de 2008
Quiero saber quién eres
Quiero saber quién eres.
No me interesa lo que haces para vivir.
Quiero saber cuál es tu dolor
y si aceptas el reto de unir a otro tu corazón anhelante.
No me importa cuál es tu edad.
Quiero saber si te arriesgarás a verte como un tonto por amor,
por tus sueños, por la aventura de estar vivo.
No me interesa qué planetas cuadran tu luna.
Quiero saber si puedes quedarte con el dolor,
mío o tuyo,
sin moverte para esconderte o desvanecerte o arreglarlo.
Quiero saber si has tocado el centro de tu propia tristeza,
si te has abierto con las tristezas de la vida,
o si te has marchitado desde el temor a dolores futuros.
Quiero saber si puedes estar con la alegría,
mía o tuya;
si puedes bailar salvajemente y dejar que el éxtasis te llene hasta la punta de los dedos,
sin advertirnos de que debemos ser cuidadosos,
ser realistas,
o recordar las limitaciones del ser humano.
No me interesa si la historia que me contaste sobre el fuego es verdadera. Quiero saber si puedes contrariar a otro para ser fiel a ti mismo,
si puedes golpear la acusación de traición
y no traicionar tu propia alma.
Quiero saber si puedes ser leal y entonces digno de confianza.
No me interesa lo que sabes o cómo viniste aquí.
Quiero saber si te pararás en el centro del fuego conmigo
y no retrocederás.
No me interesa dónde o con quién estudiaste.
Quiero saber qué es lo que te sostiene desde adentro
cuando todo lo demás ha caído.
Quiero saber si puedes estar solo contigo mismo
y si a ti verdaderamente te gusta tu compañía
en los momentos vacíos.
Un anciano indígena.
Fotografías: Merlín Púrpura
DanzaTrayectos, Zaragoza, España, 2007
viernes, 16 de mayo de 2008
Síndrome de Diógenes
No. No se trata de una entrada para hablar de este mal (al parecer de la era moderna). No es este un post médico-psiquiátrico sobre el "desorden del comportamiento que normalmente afecta a personas de avanzada edad que viven solas, caracterizándose por el total abandono personal y social, y por el aislamiento voluntario en su propio hogar, acompañándose en muchos casos de la acumulación en él de grandes cantidades de dinero o de desperdicios domésticos" (Wikipedia). Quiero hablar de esa tendencia que tenemos a atesorar cosas los que nos consideramos "personas normales". Unos separan, reciclan y tiran al contenedor respectivo sus basuras. Otros no se atreven a tirar nada, nada de nada, pero saben re-crear el objeto en otro, la bolsa en lámpara, la canasta en mesa y la lata en cenicero. Y en estos días conocí el caso de alguien que no tira cartas, ni fotos ni recuerdos de los amores del pasado, porque se sentiría sin nada a qué aferrarse. Y guarda la cajita de chicles que le dieron en la primera cita (o en la previa al "cortemos"). Y conserva la camisa que no se pone, la pasada de moda, la que no le gusta.
¿Hace mucho que no se ha parado un instante a revisar, con ojos analíticos, toda la mugre inútil que acumula en su casa? Cajones y cajones llenos de objetos muertos, cuidadosamente guardados allí algún remoto día pero hoy olvidados por completo. Armarios que son como la cueva de Alí Babá, repletos de bultos y artículos innecesarios. Bibelots y cacharritos y regalos arrumados en cualquier parte. Agendas viejas, móviles en desuso, cables inclasificables e incomprensibles provenientes de antiguos aparatos eléctricos, cargadores de otros aparatos que tampoco tenemos, cámaras de fotos antediluvianas, montones de pares de gafas inservibles, teclados de ordenadores viejos que no nos atrevemos a tirar, baterías gastadas, guantes descabalados. Y ropa. Ropa vieja, ropa estrecha, ropa fea que nunca nos ponemos. Zapatos, bolsos, cajas, maletas abolladas. Herramientas oxidadas o rotas. Guardamos las cosas más increíbles. Seguro que si vacía ahora mismo el cajón de su mesa de despacho encontrará media docena de objetos alucinantes y que ignoraba por completo que tenía.
Yo, como todos, cada que hago una revisión de papeles y papelitos que guardo, termino tirando muchos, pero siempre se quedan unos guardados "por si acaso". La ropa sí que la reciclo: A prenda nueva, prenda usada para el ropero del albergue. Las fotos de los viejos amores y las cartas que hoy me saben a mentira, se vuelven aire en el fuego purificador. Los regalos dados a destiempo van a dormir a la basura. Y los buenos recuerdos, los amorosos y vivificantes están donde nadie puede quitármelos: en la memoria de mi corazón.
El bastón, las monedas, el llavero, la dócil cerradura, las tardías notas que no leerán los pocos días que me quedan, los naipes y el tablero, un libro y en sus páginas la ajada violeta, monumento de una tarde sin duda inolvidable y ya olvidada, el rojo espejo occidental que arde una ilusoria aurora. ¡Cuantas cosas, limas, umbrales, atlas, copas, clavos, nos sirven como tácitos esclavos, ciegas y extrañamente sigilosas! Durarán más allá de nuestro olvido; no sabrán nunca que nos hemos ido.
(Jorge Luis Borges. Las Cosas).
--------------------
"...Un día comprendí que la función de toda gaveta es suavizar, aclimatar la muerte de los objetos haciéndolos pasar por su suerte de lugar piadoso, de capilla polvorienta donde, con el pretexto de conservarlos vivos, se les proporciona un tiempo decente de música agonía..."
(Roland Barthes).
jueves, 15 de mayo de 2008
miércoles, 14 de mayo de 2008
Así me gustan los hombres para el sexo
Alexandra Uribe Pachón era una psicóloga colombiana que publicaba una columna semanal en el periódico El Espectador, de Bogotá. Amores de Domingo trataba de distintos de las relaciones de pareja, a nivel afectivo, romántico, sexual, etc. Ella ya no está entre nosotros, pero guardo con cariño y releo con frecuencia algunos de sus artículos publicados y hasta alguna carta que le escribí por las ideas de sus columnas. Hoy quiero dejar aquí una que escribió con motivo del día del padre:
"...hoy, Día del Padre, me he propuesto escribir una columna exclusivamente sobre "cómo me gustan los hombres en el sexo". Habrá millones de opiniones al respecto. Una diferente por cada mujer. Pero ésta tiene el valor de ser una opinión honesta y sincera.
"Me gustan inteligentes y sensibles. No me acostaría con un hombre que fuera irresistiblemente bello si no pudiese soportar las estupideces que comenta cuando no está haciendo el amor. Si, hablar con él tiene que ser interesante. Los hombres no saben lo importante que es para una mujer contar con un interlocutor entretenido y ameno. No es asunto de cultura o de erudición, es más bien el gusto de encontrar un conversador dispuesto o un contradictor estimulante.
"Un dicho típicamente masculino es "para qué le digo que la quiero si ya me la comí (follé)". En cambio, para mí sería: "para qué me lo como (follo), si ya conversamos tan rico". No niego que es ingenuo pretender que lo etéreo es la esencia y no el sexo. Pero también es poético, con gracia.
"Los hombres inteligentes derrochan inteligencia cuando hablan. es cierto que algunos hombres conquistan a las mujeres porque tienen mucha labia. Conmigo no es así. Los hombres sensibles son nobles, capaces de vislumbrar el límite y retroceder. Son animales feroces, pero también actúan como mascotas. Son dulces y abiertos, no critican por principio y son cariñosos. Pero eso se los da la sensibilidad y no otra cosa.
"Los hombres sensibles e inteligentes hacen el amor como ningún otro. No importa el estilo. Lo importante es que hacen el amor concentrados en el asunto y le ponen interés y magia. Le hacen sentir a una que siempre es una ocasión especial y eso es bonito.
"El asunto es que no me interesa nadie que vaya al grano y solamente al grano. No es que sea mojigata, es más bien que disfruto muchas cosas de la vida. El sexo es rico, sí, es delicioso, pero también me gusta compartir otras cosas con los hombres y especialmente una buena conversación amena y despreocupada."
Para los duros, para los acorazados, para los...

Beatriz Zuluaga
(en su video Amor Inconcluso)

Alejandra Uribe Pachón
martes, 13 de mayo de 2008
Epitafio

de adolescente quise ser el más bonito...
de universitario quise ser el más inteligente...
de adulto quise ser el más próspero...
de maduro quise ser el más bueno...
de viejo quise ser el más sabio...
Ahora, desde mi orilla, contemplo que los gusanos
piensan que no soy ni más sabroso, ni más especial,
ni más apetitoso que otro cualquiera.
Y con el último resto de cerebro y corazón que aún
los bichos no devoran, me pregunto
si todo ello valió la pena.
lunes, 12 de mayo de 2008
Aleida, la mujer sin boca, pero con voz



No deja de ser interesante que el autor de esta caricatura es un hombre: Vladimir Flórez, un dibujante nacido en Armenia (Colombia) en 1963. Su seudónimo es Vladdo. Ha ejercido el periodismo como caricaturista, ilustrador y escritor de algunos artículos en diferentes medios de comunicación. En la revista colombiana Semana publica Vladomanía: su visión crítica de la política, con agudeza, mordacidad, ironía e independencia del poder o del gobierno de turno. Tiene una página web de Aleida donde dice que aspira a ser sostenido por ella, deseo que hasta el momento está insatisfecho.
sábado, 10 de mayo de 2008
Palabras para una despedida
EXPERIENCIA
Nadie es indispensable,
decía mi padre.
Nadie es indispensable,
decía mi madre.
Sí, nadie es indispensable,
repito yo también. O mejor,
nadie era indispensable
hasta que tú te fuiste.
MÁS ALLÁ
EL ADIÓS
Nadie es indispensable,
decía mi padre.
Nadie es indispensable,
decía mi madre.
Sí, nadie es indispensable,
repito yo también. O mejor,
nadie era indispensable
hasta que tú te fuiste.
MÁS ALLÁ
Ella te abandona
y aquel gran amor
finalmente termina.
Sin embargo,
de tarde en tarde tú sientes
que aún la amas
y que es un dolor y un lamento
profundo
lo que ahora te aflige.
No te sorprendas:
Las estrellas siguen alumbrando
después de muertas.
EL ADIÓS
Foto de Merlín Púrpura.
De la serie Ángel de la Guarda.
Modelo: Mario Andrés Alzate
El momento más horrible de la vida
es el del adiós.
es el del adiós.
Aquel instante en el cual
el universo luminoso
se convierte en sombra,
el todo en nada
y el camino que está frente a tí
es interminable y solo.
Aquel instante en el cual
empieza
la noche infinita del olvido.
SABIDURÍA
No sé si me produce dolor o
alegría
saber que sólo seré sabio
cuando sea capaz de renunciar a todo
especialmente... ¡a tí!
Jorge Valencia Jaramillo
jueves, 8 de mayo de 2008
Oído y leído de paso...
-Y ahora, ¿de qué vas?
-¡Ahora voy de mí!"

"Soy una persona que necesita que me digan que me quieren como mínimo una vez al día, y que me toquen y que me acaricien... mira que he tenido un orgasmo sólo con besos y caricias, y follando he llorado de felicidad, he querido que se acabara el mundo en ese momento. He tocado el cielo follando"·
miércoles, 7 de mayo de 2008
No permitas que te olviden

Pero sin duda hay un método más fácil: El Olvido. La memoria, que se vuelve frágil con la edad, ayuda a enterrar el pasado. Cierra las puertas para que no aparezcan antiguos fantasmas y los muertos no regresen de la muerte. Se olvida todos los días. Se olvida tantas veces, a tanta gente. Pasa el tiempo, continúa la vida y los lugares son ocupados por otras cosas, por otras personas.
Luis Fernando Afanador
en la Revista Semana,
acerca de Melocotones Helados,
novela de Espido Freire.
martes, 6 de mayo de 2008
¡No como yo!
tú y yo hemos perdido.
Yo, porque tú eras lo que
yo más amaba,
y tú porque yo era
el que te amaba más.
Pero, de los dos,
tú pierdes más que yo.
Porque yo podré amar a otros
como te amaba a tí
pero a tí no te amarán
como te amaba yo.
Ernesto Cardenal
domingo, 4 de mayo de 2008
Quien tiene boca, se equivoca
¿Qué pareja eligiría para preservar la especie humana en caso de holocausto nuclear? -"Al Papa y a la madre Teresa de Calcuta". Carolina Zúñiga, candidata a Miss Chile 2001.


"Siempre que veo la tele y veo esos pobres niños hambrientos en todo el mundo, no puedo evitar llorar. Quiero decir, me encantaría ser así de flaquita, pero no con todas esas moscas, y muerte, y esas cosas". Mariah Carey, cantante.







Amor
Contigo no quiero
Construir un mundo fantástico,
Lleno de hadas, jardines y tesoros...
Prefiero, estemos siempre,
conscientes de esta (amarga o feliz) realidad
que necesita de nosotros transformación.
No quiero que seas mi príncipe
invencible y perfecto...
Prefiero que seas el hombre
que con sus virtudes y defectos
sabe guiarme, respetarme y quererme.
No quiero que seas aquel
que por temor
jamás dé paso a una lágrima...
Prefiero que seas el que en mí confía,
y el que las deja caer sobre mi hombro
cuando es preciso.
No quiero que seas
el eterno vencedor (vanaglorioso)
que se ufana de sus triunfos...
Prefiero que seas aquel
que cuando cae,
aprende, corrige y se levanta;
No quiero engaños ni idealismos
Prefiero que seas siempre tú,
verte así, tan humano
como cualquiera.
No quiero viajar contigo
al infinito e instalarme en las estrellas;
en cambio,
lo que quiero es tener fuerza,
es coger tu mano
y caminar firmes sobre el suelo
¡Dejando huellas!...
Diana Cecilia Zapata Arias
jueves, 1 de mayo de 2008
Murió el tío Román

Yo recuerdo a Román como una persona vital, de las que sí saben vivir intensamente. La imagen suya que me viene a la memoria es la de un hombre alto, con la cabeza muy calva, con algunas canas en las sienes. Lo recuerdo en este momento con un suéter rojo, muy recto en el andar. Tuvo un gran sentido del humor, una rapidez increíble en su mente y de su boca para el chiste rápido, la crítica, algo de fina ironía, capaz de reírse hasta de sí mismo. ("-¿Para dónde vas, Romàn? -Pa´viejo"). A su alrededor la gente siempre reía (y eso es de agradecer en estos tiempos de caras tan largas y ceños fruncidos). Sé que bailaba muy bien, con mucha elegancia ("la de boca tan bonita... la de tan chiquito el pie"). Que tenía una extraña facilidad para hacer amigos. Que era creyente, católico sin fanatismos, promotor de cuanta virgen o santo nuevo le presentaran. Era el hombre que vivía cada día como si fuese el último. Le encantaban los olvidados pueblos de la costa Atlántica colombiana, esos sin carreteras, pequeños caceríos abandonados de los políticos y del progreso. Allí estaba feliz, sin las pastillas para la tensión, "que si voy a morir que sea viajando". Recuerdo su incapacidad para calcular el cansancio de un niño: podía poner a cualquiera, de la edad que fuese, a caminar cuatro o más horas bajo un sol abrasador. A mi me llevó a mi primer viaje a Tolú (cuando todavía era algo así como un caserío) y fue toda una experiencia. Yo tendría 13 ó 14 años. Toda una odisea ir hasta allí (entonces costaba diez o más horas de viaje por carretera); pero toda una vivencia tomar chocolate caliente en tazas de metal, los larguísimos paseos saludando a cualquier persona que se cruzaba, su "inventiva" para explicar porqué allí se duerme en hamacas o catres tipo ejército y no en camas con colchones.
"Cuando yo sea grande", como decimos en Colombia, o "cuando yo sea mayor", como dicen en España, quiero ser como Román. Activo hasta el último día. Incapaz de guardar cama y con la energía suficiente para ir al centro de la ciudad, a pesar de los achaques propios de su edad, a ayudar a las monjitas a vender limonada en un parque. Y quiero irme "al Otro Lado" como él. Sin bullas, sin largas enfermedades, silenciosamente. Pero, sobre todo, dejando buenos y gratos recuerdos a los que quedan.
Paz en tu tumba, Román. Échanos un ojito (y una manito) desde Allá.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)