lunes, 3 de diciembre de 2007

Ingrid, Sandra y l@s demás secuestrad@s

Hoy, al leer uno de los blogs que visito frecuentemente, darklatinangel, recordé otra de mis historias vitales: Sandra, mi amiga y compañera de trabajo, una mañana fue secuestrada, arrebatada de su familia, de sus amigos y de sus alumnos; y el mismo día de su 25º cumpleaños nos entregaron su cadáver. Ese ha sido uno de los momentos más dolorosos de mi vida.
En solo unas horas me tocó repasar todas las vivencias que tuve con ella. Las tardes en que nos reuníamos al salir de clase (ella enseñaba Diseño por Ordenador y yo Fotografía), las escapadas en su pequeñísima moto a comer patacones en una tienda de la América, sus risotadas que retumbaban por pasillos y cafetería en el Instituto de Bellas Artes, su maravillosa habilidad para encantar con su dulzura a los alumnos que la conocieron, su disponibilidad "para lo que hiciese falta" a nivel personal o profesional... Era linda, amorosa, inteligente, lista, generosa. Enseñaba a diseñar y enseñaba a vivir. Recuerdo cómo le decía a sus alumnos: "Cuando dejes un trabajo por otro, acuérdate de dejárselo a un compañero que lo necesite".

Uno de los mejores recuerdos que tengo de Sandra está en Europa. Ella me animó y me impulsó a venir al Viejo Continente por primera vez (esa como turista). Fue en el mismo año en que murió. Y justo antes de mi viaje, una tarde llegó su hermana a casa a entregarme lo que sería un último legado de mi amiga. "Sandra me había pedido que la acompañara a comprarte una mochila para tu paseo", me contaba. "Entre sus papeles me he encontrado este billete para que la compres o para que te lo gastes en Europa como quieras". Llevé aquellos diez dólares muy doblados en un rincón de mi billetera, hasta que una tarde lluviosa de junio, a los pies de la Torre Eiffel, me los gasté en cucuruchos (conos) para mí y mis amigos comprados a aquel francés que los vendía en un triciclo con campanitas. Creo que nunca olvidaré esa tarde, el helado, la llovizna parisina, las lágrimas que me mojaban las mejillas y el alma... ni las notas de aquella canción que pedí cantaran en su funeral y que siempre me estrujan el corazón:

"Sólo le pido a Dios que la guerra no me sea indiferente, es un monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente...

Que la reseca muerte no me encuentre vacìo y solo sin haber hecho lo suficiente...

Sin un traidor puede más que unos cuantos, que esos cuantos no lo olviden fácilmente".

Darkangel habla del secuestro de Ingrid Betancur en su blog Pies para los quiero si tengo alas para volar. Una bella y sentida nota por la política y dirigente colombiana que lleva años en poder de la guerrilla de las Farc.


(Indrid Betancur, antes y durante su cautiverio)

Nota que se puede hacer extensiva a todos los demás cautivos, sean personajes públicos como la ex-senadora, o ciudadanos de a pie como mi Sandra. Y me uno a esa petición de una oración por ellos.

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