martes, 12 de junio de 2012

Veinteañeros y Cuarentones

Hay una etapa de la vida en la cual todo es nuevo y estimulante: Se quiere probar de todo, tenerlo todo, tocarlo todo y saberlo todo... Con el tiempo, ya sea porque el apetito disminuye, las opciones decrecen o -como sucede con la mayoría de platos exóticos, que siempre saben a pollo-, vas descubriendo que aparte de algunas diferencias casi siempre banales, la gente, los empleos, los chismes, las rumbas, las peleas y los catres son casi todos iguales: Se te va haciendo evidente que no existe el trabajo perfecto, el novio perfecto y ni siquiera el cuerpo perfecto (Monchis).


Me encontrado esta cita de Monchis en el blog Un Inmortal en Bogotá, con motivo de su sexto aniversario. Por este motivo, Joker ha hecho un recopilatorio de las frases que más le han llamado la atención de los blogs que visita asiduamente. Aparte de la felicitación a este colega colombiano por su andadura por la blogosfera, debo decir que me enorgullece que haya incluido citas de mis posts en dos entradas dedicadas a la celebración.

Por otra parte, el comentario de Monchis es de una verdad aplastante. Con los años se van concediendo descuentos a la medida de los deseos. O no. Una divorciada, madre de tres hijos (autodenominada madre soltera y viuda de vivo), decía que cada vez había que ceder más en las exigencias para conseguir pareja, a riesgo de quedarse más sola que la una. Y una exjefa, típica señorita Rotenmeyer, solterona irredimible, decía que, al contrario, al llegar a cierta edad, cuando uno se conoce mejor y sabe manejar la autocompañía, se está menos dispuesto a aguantar ciertas molestias de la convivencia. Como dirían por aquí: ¿Para qué comprar todo el cerdo si sólo quiero un trozo de chorizo? (¡Vulgar pero cierto!).

También es cierto que a medida que vamos conociendo lo esencial de nuestros deseos de pareja o compañía, nos damos cuenta de que ya no son tan importantes los abdominales de pack de cocacolas, los bíceps de bulteador, una cara bonita, las tetas que llevan al paraíso ni los traseros caídos... del cielo. Después de probar de todo, como dice Monchis, cuando no hay más que el amor físico (¿o debería decir genitalidad?), caemos en cuenta -algunos- que vale más la camaradería, los planes, la compinchería, la complicidad, la solidaridad... adobada con buenos momentos de intimidad.

A los 20, a los 30, probarlo todo, tenerlo todo, tocarlo todo... Y luego a los 40, tratar de saberlo todo para intentar elegir con la sabiduría de la experiencia. ¡Asuntos de veinteañeros y cuarentones!

1 comentario:

  1. Caray, ese cambio de look me descrestó.

    Hace rato no comentaba por aqui, gracias por la mención. Has de saber que así no comente, frecuentementen recurro a tus publicaciones para comprender mucho de este mundo que tu y yo compartimos.

    Y los treintañeros, los que ya hemos probado bastante como para no ser veinteañeros aunque no lo suficiente como para que todo nos sepa a pollo... donde quedamos? jajajaja

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