Fotografìa de Beverly Joubert |
Un carpintero y sus auxiliares viajaban por la provincia de Ki en busca de material para construcciones. Vieron un árbol tan gigantesco que cinco hombres tomados de las manos no conseguían rodearlo, y su copa era tan alta que casi tocaba las nubes.
-No perderemos nuestro tiempo con este árbol -dijo el maestro carpintero-. Tardaríamos demasiado en cortarlo. Si quisiéramos hacer un barco, se hundiría por causa de lo pesado que es su tronco. Si quisiéramos usarlo para la estructura de un techo, las paredes tendrían que ser exageradamente resistentes.
El grupo siguió adelante. Uno de los aprendices comentó:
-¡Un árbol tan grande y no sirve para nada!
-Estás equivocado -dijo el maestro carpintero-. Él ha seguido su destino a su manera. Si fuese igual que los demás, nosotros ya lo habríamos cortado. Pero porque tuvo el coraje de ser diferente, permanecerá vivo y fuerte mucho tiempo.
Paulo Coelho.
Me ha encantado el post y la moraleja, no me siento tentado de añadir nada para que mis pobres palabras no enturbien toda la fuerza de esto que has querido compartir con nosotros...
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