Señora mayor, caduca y chocha, vende casa maravillosa en el barrio de Salamanca de Madrid, con una piscina maravillosa, 3 ó 4 dormitorios (ella no sabe con certeza cuántos), una piscina maravillosa que si no sabes nadar te ahogas, una terraza estupenda, maravillosa, con la televisión más grande que se haya hecho (de 80 u 85 pulgadas), donde se pueden ver películas suyas y de amigas suyas como Marlene Dietrich y Greta Garbo. Tiene que ser para gente muy abierta y joven también de mente, que le guste una casa clásica con sus ventanales y sus cortinas (o sin ellas). Se venden solo las paredes... No están incluídos los dos millones y medio de porcelanas, angelitos dorados, discos de vinilo de La Violetera, ni los jarrones chinos (o de tienda china) de dos metros de alto, ni los cuadros que no dejan ver el color de la pintura de las paredes, ni el agua estancada de la piscina maravillosa, ni el sillón auténtico Luis XVI, ni los siete amigos de su hijo con sus respectivas novias, ni esa medusa que lleva en la cabeza.
La señora María Antonia Alejandra Vicenta Elpidia Isidora Aurelia Esther Dolores Abad Fernández, conocida artísticamente como Sara Montiel no vende la casa por nada del mundo, excepto que le pongan delante tres millones cien mil euros (3´100.000 €).
NOTA: No cobro comisión a Idealista.com ni a La Saritísima.
Jo, qué casualidad. en mi post de hoy tambien comento que he alquilado casa en Madrid a través de Idealista.com. (¿A tí cuánto te han pagado?, es para comparar).
ResponderEliminarPor ese precio no va a vender el pisito en la vida. Y ya no le queda mucho.
La Sara tiene que vender la casita de su vida porque su mejor amigo y gestor la estafó. no dejes a tus amigos que lleven tu dinero, que luego te confías.
Besos y agur
Te digo lo mismo que a Z en su blog: Piensa que nuestra SARITÍSIMA, en cuyas memorias el capítulo 1 bien se podría titular "Yo fui la nodriza de TUTANKHAMON", es normal que a lo largo de una vida tan larga y fecunda, de una de nuestras más célebres "momias venerables", pues ahaya acumulado muchos trastos...
ResponderEliminarHace algo más de un año, en mis viajes por México, arrivé a un hermoso pueblo norteño llamado San Miguel de Allende. De tradición pictórica, el pueblo cuenta con innumerables galerías de arte y antigüedades. Pues bien, en una antigua fábrica de telas reconvertida, una joven anticuaria exibía en su escaparate un bonito cuadro de escena española: una joven muchacha engalanada con mantilla y traje de faralaes abanicaba sus calores y sofocos.
ResponderEliminarEra Sara Montiel y la anticuaria no lo sabía. Es más, no tenía ni idea de quién era Sara Montiel.
Evidentemente, herido en mi orgullo de español y solidario con la abuela de Alaska, puse puntos sobre las íes y haches en las intercalaciones. Aquel fue un gesto patrio, de mayor calado simbólico que el de enarbolar la bandera nacional en lo alto de los Picos del Turumburu.
Sara for Ever...y que suene el Himno´Spaña!