martes, 20 de mayo de 2008

Oración

Señor:

Esta noche, escuchando a Facundo Cabral volví a acordarme de Tí. Ya sé que debería hacerlo con más frecuencia, pero esta vez es más intensa tu cercanía.

Hoy me he puesto a pensar en lo que el cantor decía: "El hombre es lo que ama". Y pude reflexionar sobre eso e intento hacer una lista. Amo lo seres de corazón millonario, amo los honestos, amo la sensibilidad y la grandeza de quienes saben decir con lágrimas en el alma que ellos aman. Amo a quienes dejan una semilla de ternura en el corazón de los solitarios. Amo la soledad que deja buenos consejos. Amo a mis amigos (y amigos, Tú lo sabes, siempre son buenos). Amo a aquellos que se dan a los otros por seguirte con convicción.

Esto lleva, Señor, a pensar también en lo que odio. Sí. Odio los pusilánimes, la guerra, los oídos cerrados, los ojos dormidos. Odio las injusticias que cometo, la soberbia de mis juicios, el gusto por lo banal. Odio las veces que olvido decir que amo a quienes me aman, odio la aceptada hipocresía social.

Señor, Tú sabes cómo es este mundo. Sabes cómo nos has hecho. Con orgullos, vanidades, fatuos, con cerebro y sentidos, variables como veletas. Tú sabes de nuestras ambivalencias. Sabes de cambalaches, merengues, lodos y manoseos. Sabes de la sordidez de la tierra. Pero también sabes de primaveras, auroras, lunas y atardeceres. Sabes de dolores, esperanzas y desatinos. Sabes, más que nadie, cómo somos.

Puedes, mejor que nadie, comprender que olvidemos que los pájaros no siegan ni siembran y que Tú ves por ellos; que no recordemos que ni Salomón vistió mejor que los lirios del campo, que no tejen ni hilan; puedes comprender nuestros orgullos, el querer voluntariamente no ser ni de aquí ni de allá; puedes incluso saber los caminos que nos harán reaccionar de senderos que pesan tanto. Puedes hacer que ni la suegra vaya contra la nuera ni el hijo contra la madre. Puedes hacer que ella de sólo dos regalos: la Vida y la libertad de vivirla.

Puedes, Señor, evitar que la madre llore en el patio y la abuela está triste en la cocina. Puedes, Señor, si quieres, que no te crucifique de tanto en tanto, sino que te baje de la cruz con AMOR. Puedes...

Por hoy, basta. Tú sabes el resto. Ya Tú lo sabías todo. Para qué, si no, sólo tu par de huellas en la arena conmigo en brazos. Para qué, si no, me has dado un corazón. Para qué, si no, puedo decir: "¡Gracias a la Vida, que me ha dado tanto!".

Cógela no más. No permitas que me falte el cordel, ni que un mal viento me dé fin.
(Escrito el 14 de mayo de 1986 a las 11:40 p.m., después de un concierto de Facundo Cabral en el Teatro Pablo Tobón Uribe de Medellín. Y sigo pensando igual).

3 comentarios:

  1. Hola Merlín,

    Soberbio!!!

    yo soy hombre de poca Fé, a pesar de ser criado en familia paisa, con rosario a las 5 de la tarde y misa en dominicales y fiestas de guardar.

    De todos modos admiro a la gente que reza de corazón y cree con convicción.

    Saludos,

    ResponderEliminar
  2. Uy hermano

    Casi me haces llorar... que vaina mas estructurada y hermosa!!!!

    Tres hurras por ti!

    ResponderEliminar
  3. uffffffffffffffff
    relindo!
    debo tomarlo para enviarlo a algunos amigos...
    como dijo monchis, soy de poca fé... pero en lo religioso se ve mucho arte... bello arte!
    saludos desde mi lejana galaxia

    ResponderEliminar