Encienda la pipa y siga caminando. Recoja, con cuidado, algunos de los besos más olvidados, algunos mechones de cabello, 2 ó 3 miradas, uno que otro recuerdo de pieles blancas y morenas, un poema roto y una suela de zapato (esta última para darle consistencia al brebaje). Revuelva todo y sazone a discreción. Divida el resultado entre dos, tantas veces como sea necesario, hasta que no quede nada.
Subcomandante Marcos.
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