Estoy solo. Estoy solo y parado en esta esquina sin esperar a nadie.
Estoy solo, estoy solo en esta gran ciudad llena de gente sola que va y viene sin mirarse siquiera.
Ojalá pase algún amigo, un pariente, un conocido, alguien a quien contarle mis penas, alguien que sepa de tristezas y sinsabores. No uno de esos tarados a sueldo del optimismo que ríen de todo, todo el tiempo. Si no cuento lo que me pasa no sé qué va a pasar. ¿No hay nadie que quiera oír lo que me pasa? ¿A nadie le interesa una cursi anónima historia de amor? A quién le va a importar, a quién le va a importar si no te importa a ti que me dices adiós amándome aún, que renuncias al hoy por pensar en el mañana, que abandonas la fiesta antes que termine, que cierras el libro antes de la última página, que tiraste las flores del jarrón antes que se marchitaran.
Quién te entiende, quién pude entenderte. De qué sirve la libertad si no sabes donde está el norte, si nunca supiste dónde estás parada; de qué futuro me hablas si no sé qué va a pasar más tarde. Estás loca y yo más loco todavía porque estoy hablando solo y parado en esta esquina.
Estás loca, me dejas porque quieres estar sola, me dejas porque no tengo planes para ti y, por lo visto, tú tampoco.
Te vas, para ir a ninguna parte. Quién te entiende, quién diablos te puede entender. Estás loca.
Gian Franco Pagliaro
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