lunes, 13 de abril de 2009

Subrayados 13. El Tercer Deseo

Subrayados míos en el libro El Tercer Deseo.
Javier Quevedo Puchal.
Ed. Odisea, Madrid, 2008. 175 ps.

Seamos realistas, ¿qué se puede esperar de la mano que nos vaya a sacar de cenagal si ella misma está de lodo hasta el antebrazo?


Siempre me ha parecido irritante la gente que tiene por costumbre hablar entre lineas, ésa que, entre lo que dice y lo que realmente quiere decir, mantiene un margen de diferencia más que amplio (lo encuentro quizás tan irritante como a la gente que va soltando verdades a destajo, por dolientes que sean, y luego se escudas tras el comodín de la sinceridad con un "lo siento, pero yo digo las cosas como las pienso").

Para comprender la realidad nada como un buen cuento. Sin embargo, nos equivocamos al restringirlos a los niños. A veces, puede que muchas más de las que nos atrevemos a admitir, los adultos nos perdemos en el bosque, y es entonces cuando un cuento resulta la mejor brújula para encontrar ese norte que se nos resiste.

Si bien el tiempo no lo cura todo, sí es capaz de poner parches como nadie.

Hay dos tipos de verdades: las que deseamos oír y las que desearíamos no haber oído nunca.

Lo que diferencia a las personas de los seres humanos es la capacidad de arrepentirse.

Lo que propicia la transición de seres humanos a personas no es algo tan simple como la capacidad de arrepentirse (que no de pensar, maquinar ni otros diabólicos derivados que puedan llevar a confusión). Reflexionar, claro está, sobre los actos de los demás tanto como sobre los nuestros propios.

El único monstruo que hay es el de la soledad involuntaria.

Nadie debería dárselas de buen capitán cuando el mar por el que navega es el de sus propias lágrimas.

-¿Y...algo más quieres de mí?
-Sí. Que con el tiempo y la convivencia te acabes enamorando de mí, por supuesto.

Un nuevo comienzo es la mejor respuesta a un mal final.

Pero, claro, se está tan calentito dentro del armario, tan gusto, tan a oscuras y tan a salvo que uno ya nace más que predispuesto a aguantar lo que le echen: manos libres de pecado lanzando piedras a troche y moche, intolerancias de todos los colores y sabores, tan densas y cegadoras como una tormenta de arena. Dolor, sobre todo dolor... dolor intenso, sí, pero quizás no tanto como el que se podría derivar si algún día se llegara a saber lo tuyo. Así que al final uno acaba sintiéndose como el príncipe Hamlet, encerrado en una cáscara de nuez y considerándose pese a ello rey del espacio infinito. Qué es lo que rompe la cáscara de nuez supongo que varía en cada persona. En mi caso concreto, el factor determinante fue sin duda Quique.

Y cuando alguien queda alojado dentro tuyo, cuando se adueña de tus impulsos y, en definitiva, se desmarca completamente de tu escala de valores, las evidencias se convierten en un proyectil que por fin te ves incapaz de esquivar y que, ya era hora, acaba explotándote en las narices.

No hay nada como delatar tu necesidad para ahuyentar lo que más quieres de una vez por todas.

Últimamente he empezado a sentirme como la chiquilla de El Mago de Oz: yo ando desesperada buscando un hombre de verdad, pero lo único que encuentro son leones cobardes, autómatas sin corazón y mamarrachos sin cerebro.

...después de andar tropezando con las mismas piedras de siempre o, en el mejor de los casos, con piedras nuevas rellenas de viejos errores...

Hay que tener mucho cuidado con lo que uno desea, no vaya a ser que se cumpla. Dice que un día deseó amar a alguien con locura y que, hoy por hoy, todavía no está cuerdo del todo.

Cierro los ojos y deseo con todas mis fuerzas que mi chico de ceniza se enamore de mí. Que el fin de semana que viene me mire con otros ojos, que no se escabulla de mis besos, que me abrace. Que se vuelva completamente loco por mí, ése es mi deseo de estrella fugaz. Porque con los deseos habrá que ser realista, pero desde luego nunca rácano.


El Amor nunca fue una buena moneda de cambio.

Pero uno quiere a quien quiere, no a quien desearía querer.

Soy el postre que el comensal acaba por declinar tristemente.

¿Por qué será que en nuestra cabeza planificamos todos los pasos con la misma exactitud que un maestro de ajedrez ejecuta un jaque mate y, en cambio, cuando llega la hora de la verdad, una simple mirada o una palabra lo desbaratan todo son el menor consentimiento?

Le pasaba los dedos por el pelo muy despacito, como si se tratara de un peine, y de este modo el dolor se quedaba enredado en ellos y desaparecía para siempre.

Si sigues tus deseos, es probable que llegues donde quieres. Si sigues los deseos de los demás, sólo conseguirás perderte por el camino.

¿Acaso alguien me puede explicar de qué me sirve borrar el número de Iker de la memoria de mi móvil si no puedo borrar al propio Iker de mi memoria?

Yo no estoy seguro de que el tiempo acabe por curar todas las heridas, antes más bien creo que las esconde debajo de la alfombra.


Observo hoy sus ojos desbordados de urgencia, sus ojos absolutistas de siempre y ya no me pierdo en ellos, que han quedado reducidos a su esencia de prosaísmo, esto es, un par de globos oculares con un bonito color de pupila, nada más.

Alguien dijo una vez que tienes que andarte con mucho tiento con lo que deseas, porque el día menos pensado se te cumple y entonces descubres que tal vez el deseo estaba preparado para ti, ¿pero y si tú no estás preparado para el deseo?

La pena dura tanto como quieras tú seguir llorando.

He pasado demasiado tiempo persiguiendo en exclusiva caras guapas y sonrisas deslumbrantes... Puede que no esté mal durante un tiempo, pero esas cosas desaparecen igual que han aparecido: rápido y sin avisar. Un día descubrí que ya estaba más que harto, que lo que iba necesitando era enamorarme también de los michelines y las equivocaciones.

En ocasiones, son precisamente las cosas que más quieres las que tienes que amarrar con menos fuerza.

Lo quise con todas mis fuerzas y, cuando todo terminó, sólo pude olvidarlo con las mismas fuerzas.

Siempre hay que decirle a la otra persona que se la quiere. Si no, corres el riesgo de que lo olvide... o, peor aún, de que nunca lo llegue a saber.

Mirar hacia atrás es la mejor manera de no ver lo que tienes delante.

5 comentarios:

  1. El unico monstruo que hay es el de la soledad involuntaria
    Pareciera que lo escribiste para mi
    por aqui.... visitando mis seres queridos
    besitos desde mi lejana galaxia

    ResponderEliminar
  2. Que buen compendio de frases para pensar y reflexionar, gracias por compartirlo.

    Saludos,

    ResponderEliminar
  3. Mmm, espero que todo esté bien, porque me queda un sin sabor del por qué has podido escribir algo así...
    ...estoy poniéndome al día pues el tiempo que me queda no es suficiente como yo quisiera para leerte a diario.

    Sin embargo, siempre te leo, y procuro dejarte un rastro de mi paso por tus letras, que no es costumbre en los blogs que leo...

    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  4. Hola.

    Soy Javier Quevedo y sólo quería comentarte que me ha halagado mucho esta entrada en tu blog (muy bueno, por cierto). Espero te haya gustado mi novela.

    Un saludo.

    Javier.

    ResponderEliminar
  5. ¿Tienes algo sin subrayar del libro?

    ResponderEliminar