Leído en una exposición sobre Japón
en el Centro de Historias de Zaragoza.
Sin perder ante la lluvia
sin perder ante el viento
sin perder ante la nieve o al calor del verano.
Un cuerpo fuerte,
libre de toda avaricia,
jamás irascible,
siempre con alegría serena.
Comer cada día cuatro cuencos de arroz integral,
sopa de miso y unas verduras.
En todo,
pensar primero en los otros.
Ver, escuchar y entender.
Nunca olvidando.
En una pequeña choza de techo de paja,
en un campo a la sombra de los pinos.
Si al este se encuentra un niño enfermo,
dirigirme allá para cuidarlo.
Si al oeste hay una madre cansada,
cargar sus fardos de arroz,
Si al sur alguien se encuentra en su lecho de muerte,
decirle que no hay que temer.
Si al norte hay disputas o embargos,
informarles que aquello carece de real importancia.
Cuando hay sequía, derramar lágrimas.
Frente a un verano fresco, caminar laborioso.
Todo el mundo me llamará soñador,
sin ser admirado,
sin ser culpado.
Esa es la clase de persona
que yo quiero ser.
Miyazawa Kenji (1896-1933)
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