Por lo que ahora sé (...) el amor es una casualidad que, si te ocurre una vez en la vida, ya te puedes justificar. Pero es una lotería, un milagro: lo viví como compenetración, como asentimiento, como una telepatía que ahorraba palabras, como una simbiosis que unificaba las sensaciones eróticas hasta un largo delirio que nos hizo inalcanzables y sabios para hacer el amor.
Hoy, a estas alturas, cercenada, herida, malamada y desqueriente, me siento incapaz de enamorarme otra vez. Son tantas las llagas de la declinación de tan desaforada peste, que dudo si la felicidad de un momento alcanza a compensar las heridas del otro.
Cartas Cruzadas.
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