"Ellos son los reyes de Rusia", dice Eugenio B. sobre los policías. "No puedo imaginarme de nuevo allí". Durante seis meses, entre noviembre de 2010 y abril de 2011, agentes de la policía lo sometieron a un acoso constante.
"Una tarde, mi novio, un amigo y yo volvíamos de una fiesta y nos cruzamos con unos policías. Uno le dijo al otro: ´Mira qué maricas´". El amigo se volvió y le dijo que sí lo eran. Empezaron a golpearle brutalmente. "Intenté pararlo, pero me pegaron a mi también", explica. Mientras oía los gritos, fue a buscar auxilio, pero nadie del pueblo en el que vivían, cerca de San Petersburgo, quería ayudarles.
Días después el amigo apareció muerto, Según Eugenio, lo mató la Policía.
Presentó una denuncia y, a pesar de las amenazas. -"¿Crees que tenemos ganas de ayudaros? Lo que queremos es colgaron a todos de un árbol", le dijo un oficial-, se negó a retirarla. Ahí comenzó su propia persecución.
"Casi cada día mi novio y yo veíamos un coche de policía frente a nuestra casa. Un día me encontré a tres personas en la escalera. Me cogieron y me llevaron al sótano. Pensé que me iban a matar. Estaba diciendo adiós a mi vida", recuerda. Pero, tras ponerle un cuchillo en el cuello, humillarle y vejarle durante horas, lo dejaron vivos.
El miedo se apoderó de él. "No podía ni salir a la calle". Huyó con su novio a San Petersburgo, pero, nada más llegar, la policía les dijo que se presentaran en comisaría. Decidieron escapar de Rusia y acabaron en Madrid. "Sé que aquí los policías no hacen esas cosas, pero, cada vez que veo uno no puedo evitar los sudores fríos", admite Eugenio.
Fuente: El Mundo.
Madrid. 1 de julio de 2012.
Qué dolor más grande. Qué brutalidad... Algo había oído de la hostilidad de ese país hacia nosotros... pero nunca imaginé tanto...
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