Cesária Evora, conocida como la 'diva de los pies descalzos' -por salir al escenario sin zapatos para denunciar la pobreza de su país- o 'la reina la morna' -una sugerente mezcla del fado portugués, la modinha brasileña, el tango argentino y el lamento angoleño-, quien anunció hace tan solo tres meses, en París, que se retiraba de los escenarios por motivos de salud, murió anoche a los 70 años de edad
Estuvo cerca de la muerte en Australia -sufrió un derrame cerebral hace tres años al terminar un concierto en Melbourne- y la tuvieron que operar del corazón de urgencia en mayo del año pasado en París, pero al final se ha despedido en su isla de San Vicente. Según Le Monde, había llegado al hospital americano de Neuilly con la tensión por las nubes y una tasa de colesterol capaz de tumbar a un elefante. Diabética, Cesaria Evora había dejado la bebida, aunque seguía fumando y se había estado atiborrando todo el verano de patatas fritas.
Empezó a cantar a los 16 años, pero hasta los 47 no fue 'descubierta' en Europa. En 1998 grabó en París el disco La diva aux pieds nus, al que iban a seguir grabaciones conmovedoras como Mar azul o Miss perfumado, que le abrieron todas las puertas.
Decía que empezó a cantar para ahuyentar a la tristeza. Con 16 años lo hacía en bares de Mindelo, el puerto de la isla de San Vicente donde había nacido en 1941. Los clientes la iban llamando desde las mesas y cantaba a cambio de unos escudos o por un vaso de aguardiente grog, ron o whisky. Se enamoró de un joven compositor y guitarrista que la llevaba con él a cantar en barcos que atracaban en el puerto cuando Cabo Verde era todavía -lo fue hasta 1975- colonia portuguesa.
En su casa siempre hubo música: el padre, Justino, tocaba cavaquinho -instrumento de cuatro cuerdas de origen portugués que recuerda a una pequeña guitarra- y violín, y B. Leza, probablemente el más importante de los compositores caboverdianos, era de la familia.
Se presentó en los mejores teatros y auditorios, en Miami, Hong Kong y Monte Carlo, desde China hasta Estados Unidos; ganó el Grammy y recibió 2009 con la insignia de caballero de la Orden de la Legión de Honor de Francia después de más de 45 años de carrera; compartió grabaciones con Compay Segundo, Erykah Badu, Goran Bregovic o Ryuichi Sakamoto, cantó con Caetano Veloso y Mariza, vendió más de cinco millones de discos, y sus canciones han sido remezcladas por DJ.
Cesaria Evora recorrió el planeta con sus mornas melancólicas y las alegres coladeras -en 1999 y 2000 dio dos veces la vuelta al mundo-, pero siempre volvía a casa: necesitaba a los suyos -tenía dos hijos y dos nietos- y el mar: ese mar que trae riqueza, pero también la saudade de cientos de miles de caboverdianos -la mitad de la población del país vive lejos del archipiélago- que tuvieron que partir en busca de una vida mejor. A ella le gustaba pasar horas mirándolo, aunque no se metía en el agua porque no sabía nadar. Aunque, como explicó una vez, le hablaba "como si fuera una persona. Una anciana me dijo que las olas crean una música que nosotros los humanos no entendemos".
Era una mujer salida de la pobreza, de días de hambruna en las diez pequeñas islas castigadas por la sequía, de unos tiempos en que los colonizadores portugueses prohibían caminar por la acera a los caboverdianos que no podían comprarse un par de zapatos: por rebeldía, cantaba descalza. Y era auténtica, ajena a cualquier artificio de la industria. Para este último viaje, Cize, como la conocían sus familiares y amigos, ya no necesitará el pasaporte diplomático de cubierta color rojo sangre, que le facilitó hace más de diez años el Gobierno de Cabo Verde y que ella enseñaba en los controles fronterizos con sonrisa de niña traviesa.
cielos,es una gran perdida, la verdad yo ignoraba mucho sobre su historia, pero siempre que la escuchaba, me gustaba mucho.
ResponderEliminarv_v
Descanse en paz.
ResponderEliminarBesazos!!
Que Dios la tenga en su Gloria.
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