Este vídeo puede resultar cómico, pero no deja de tener mucho fondo. En estas épocas de citas a ciegas (aunque veas algo por la webcam) y de citas exprés, cuántas preguntas te haces si acudes al lugar de encuentro. ¿Con quién te encontrarás? ¿Con el sicópata pervertido? ¿Con un secuestrador-violador? Será cierto que le gusta el cine de Woody Allen y le encantan los paseos por la playa? ¿Sus habilidades amatorias serán las que presume por el chat? ¿Al conocerte te saludará con la dolorosa y agresiva frase: "No eres la cosa que buscaba"? Y sobre ti mismo, te preguntas: ¿Le gustaré? ¿Se enterará de un par de mentirillas que le dije chateando? ¿Vendrá a la cita? ¿Habrá feeling?

Los métodos de buscar y encontrar la media naranja que nos falta (dicen) son lícitos, por supuesto. Desde los antiguos de pedirle a los amigos que te presenten a alguien que te gusta, hasta entablar conversación en un pub o discoteca (si los altavoces te dejan escuchar). Las miradas furtivas, el coqueteo de invitar a un trago o pedir fuego (sí, todavía se echa mano de esa antigüedad). Pero las modernas citas, en este mundo en que todo hay que hacerlo rápido normalmente tienen la prueba previa del cuestionario vía chat, donde parece que todos y todas preguntan lo mismo. Me imagino que dentro de poco, para abreviar el tecleo, bastará con poner una equis en diez preguntas:
¿Qué buscas?
¿Cómo eres?
¿Años?
¿Activo, pasivo, versátil, homo, gay, bi, trans?
¿Dónde vives?
¿Vives sol@?
¿Qué te va?
¿La tienes grande? (Nota: también puede referirse a la cuenta bancaria).
¿Tienes sitio o te desplazas?
¿Te apetece quedar?
