Manos Adoradas
Las manos que yo quiero, las manos que venero,
no son color de rosa ni tienen palidez.
Sus dedos no parecen diez gemas nacaradas,
tampoco están pintadas ni tienen altivez.
Son manos arrugadas, tal vez la más humildes
y están cual hojas secas de tanto trabajar.
Son estas manos santas las manos de mi madre,
aquellas que me dieron con todo amor el pan.
Las manos que yo quiero, las manos de mi madre,
ligeras como aves volando siempre van.
Las manos de mi madre por ágiles dichosas,
si no hacen siempre algo tranquilas nunca están.
Por rústicas y viejas, ¡qué bellas son sus manos!
Lavando tanta ropa, cortando tanto pan.
Corriendo por la casa, la mesa acariciando,
buscando en el descanso la aguja y el dedal.
Las manos que trajeron la lámpara a mi cama,
tapándome la espalda en el invierno cruel.
Que cuando estuve triste mis lágrimas secaron,
que cuando estuve enfermo, acariciándome.
¡Oh, manos adoradas! ¡Oh, manos llenas de alma!
En ellas yo quisiera mi frente refugiar,
y tristemente digo: ¡qué lejos que se encuentran,
qué lejos de mi angustia y de mi soledad!
Vals
Música:Roberto Rufino
Letra: Horacio Sanguinetti
Intérprete: Billy Pontoni
Querido MERLIN: Entiendo que es un homenaje a tu madre, que es lo que pega en el día de hoy, sin embargo los dos -ultimos versos del poema me desconciertan, porque puede que tu madre ya no esté, o que simplemente nada tengan que ver con la realidad, pues el resto del poema habla suficiente del testimonio de una madre, de la tuya, de la mía y la de todo hombre, nacido de mujer... Gracias por el poema, no lo conocía, es muy bello...
ResponderEliminarCariño!!!!!! que bonita. He llorado un montón porque es preciosa. Un beso
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