sábado, 7 de junio de 2008

A veces llegan cartas (7)

Medellín, septiembre 15, 1998

Querido Amor Mío:

Hoy, como tantos viernes, estoy hecho una confusión. Ya alguna vez te había escrito que me siento mal cuando no sé qué decirte o cuando digo más de lo que debo decir. Pero hoy siento que tengo que hablar -o escribir-, aunque esas líneas no las leas nunca.

La confusión radica en que no sé que actitud tomar ante tu comportamiento. Hoy estás feliz, me amas, me dices a cada momento. Horas más tarde estás pensando en tirar todo por la borda. Y no es la primera vez que pasa esto. ¿Por qué? Es la pregunta clave.

Ayer nada más estuve mirando todas las frases que has puesto en el papel para decirme que soy único, que soy el oxígeno de tus pulmones, el aire que necesitas para seguir luchando contra el absurdo de la vida. Y te juro que lo creo, porque estoy seguro de que no mientes, porque he sabido estar a tu lado cuando más lo has necesitado. Estoy seguro de que he podido evitar resoluciones tuyas que nos lastimarían a quienes de verdad te amamos.

A esta altura me preguntarás que es eso del Amor o dirías que no es verdad que quienes tienes tan cerca del Alma te amamos con toda la capacidad que nos da el espíritu humano. Es posible que yo no te pueda dar un definición que se satisfaga, pero sí puedo tratar de explicarte qué significa para mí amar a alguien: Significa estar a su lado en las buenas y en las malas, sobre todo en las malas, cuando el mundo se cierra frente a uno y se cree que ya no jugamos ningún papel en el Universo; significa ayudarle a crecer como humano, espiritualmente hablando; significa preocuparse cuando no llega o cuando aparece con la angustia reflejada en el rostro; significa quedarse atónito ante una respuesta desacertada; significa sentir la necesidad inaplazable de abrazarse al otro, de sentirlo cerquita corporal y espiritualmente; significa sentir el espacio vacío si el otro no está.

Para mí, amarte ha significado tanto, en tan poco tiempo, que yo mismo me sorprendo cuando siento que he cambiado. Ya no soy el mismo A. que tanta gente conocía hasta hace tres meses. Soy distinto porque he tenido el corazón lleno e ilusiones, esas ilusiones que me hacen vibrar cuando te refieres a "nosotros" y no como una persona sola. He tenido la ilusión de ser todo para ti, un compañero, un camarada, un cómplice, un Amigo solidario. He tenido la ilusión de saberme tuyo y de que nada ni nadie podrá arrebatarte de mi lado. Por eso no siento celos. ¿Por qué habría de hacerlo si tengo la certeza de que soy tu pareja?

Ojalá pudiera evitar que lo que hacen los demás te duela. Yo no puedo cambiar los hechos pasados, pero sí puedo ser tu compañía cuando estás sintiendo dolor. te repito que por principio soy un optimista. Comparto la idea de que todas las monedas tienen dos caras y uno elige quedarse con la cara o con el sello. Sé, por experiencia, que algún papel juegan las vivencias en el ser humano: para que aprendamos a vivir, a tolerar, a sentir, a disfrutar... Cuántas veces has querido renunciar a todos y yo he estado ahí, silencioso, escuchándote. Es un papel que he asumido interiormente, todo porque te amo. En ningún momento es un sacrificio. Lo hago porque sí, así como te he repetido mil veces que te amo porque sí.

También aprendí, hace muy pocos años, que el Universo no gira a mi alrededor: El es más amplio, grande y generoso que yo y sólo soy una pequeñísima parte de su engranaje. Por eso no me altero cuando hay hechos que no puedo controlar. Simplemente rato de acoplarme (¡aunque no esté de acuerdo!). Me he comprometido conmigo mismo a vivir de la mejor manera posible y eso incluye amar a quienes he elegido para ello; a tratar de no darle cabida al odio y al resentimiento en mi corazón porque estoy convencido de que eso sólo me daña a mí; a aprender en cada momento de la vida alguna enseñanza para seguir batallando por el futuro; a agradecer por lo que Dios me da (y eso te incluye, indudablemente).

Me confundo cuando una mañana te alejas por una calle de nuestra ciudad con una tierna sonrisa y un "hasta luego" agradecido y en la tarde dices que quieres tirar la toalla de nuestra relación. Muchas veces te he repetido lo mismo: "¡No me voy a dejar!". Créeme que no tengo remordimientos. Estoy seguro de que he obrado bien. Me he dedicado a ti con toda mi Alma. Y me duele que me digas que me sientes como un papá. Yo no quiero ser tu padre. ¡Yo quiero ser tu Amigo! Lo que pasa es que mi sentimiento es tan profundo que quisiera evitarte cuanto te moleste, te mortifique o te haga daño y quizás en ello me has sentido sobreprotector, pero no puedo evitarlo.

Algún día nos sentaremos a hablar, pero a hablar de ti y de mí. De lo que sientes, de lo que esperas y aspiras de nosotros dos. No soy yo quien decide el futuro. Ahora sabes lo que pienso. No es este un memorial de agravios. Es solamente mi manera de decirte que me importas, como hombre, como amante y como amigo.

Entre tanto, seguiré a tu lado, tanto como tú lo quieras, porque sé que uno no puede apresar a nadie, así sea en una jaula de oro, porque le pasa lo que a aquel pajarillo que canta mientras agoniza de tristeza.

Gracias por permitirme el desahogo con estas líneas.

Con todo mi Amor,
A.

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