jueves, 5 de junio de 2008

A veces llega cartas (6)

Medellín, 5 de agosto, 1998





Por si acaso...
estoy preparando mis manos.
Por si acaso...
estoy preparando mis brazos.
Por si acaso...
estoy preparando ese beso.
Por si vienes...
estoy preparando el regreso.

Amor mío:

Si esta angustia oprimiéndome el pecho, si este desasosiego, este intranquilo dormir, estas ganas de subirme a una colina para borrar la ciudad con lágrimas, no es Amor por tí, dime entonces qué es.

Cómo quisiera meterme por tus venas y recorrerte rápido y despacio, viajar hasta el mismo centro de tu corazón, hasta la última neurona de tu cerebro, por esos órganos donde está -dicen- la emoción y la razón, para entenderte, o mejor, para comprenderte. Yo sólo te pido que nos demos esa oportunidad, la de sentarnos uno frente al otro, despojados de la presencia de viejos fantasmas, de dolores del pasado, de las máscaras que no necesitamos. Pongámonos cerca, no solo los cuerpos sino también la conciencia que nos une hace 36 días. Acerquémonos uno al otro para que comprendamos con claridad qué deseamos de nuestras vidas personales y en pareja.

Por ahora, quisiera escribirte, confesar, declarar, quién es este hombre al que miraste -o mejor, acariciaste- aquel 29 de junio con la mirada más merecedora de cariño que haya sentido jamás.

No es un secreto para tí que tengo mas años que tú, con no mucha experiencia, pero sí con intensidad. Porque ese es un principio de mi vida: ¡Vivir con intensidad! Y eso significa desde regalar la luna hasta sentirme morir por tus palabras de anoche. Significa entregarme, abrir el corazón y los labios para quien ha sabido demostrar que quiere mi compañía, mi abrazo, mi palabra, para caminar por esta parcela celeste, verde e insulsa llamada Vida.

Yo soy un apasionado por todo lo que hago. No sé de medias tintas, de términos medios, de andar retrocediendo. Odio la mentira, la venganza y el rencor como sentimientos que me dañan a mí como ser humano. Cómo quisiera crecer espiritualmente para despojarme de materialismos que pesan tanto y no son parte esencial de mi equipaje. Yo quiero ir por la vida con alguien que me ame, que me quiera siempre, siempre, siempre, porque sí.

Muchos años he caminado solo, como aquel vagabundo que solo requiere un sitio donde descansar y su único fin es caminar cada día unos kilómetros. De pronto hubo quien lo acompañara un trayecto, pero rápidamente tuvo que reemprender el viaje solo con su morral lleno de historias. Pareciera que no requiero de más de un par de zapatos. Que soy como el Caballero de la Armadura Oxidada, que de ser duro la anexó indefinidamente a su vida y ya no volvió a sentir, a expresar emociones... hasta que le enseñaron que las lágrimas del corazón eran las únicas que le tumbarían esa inmensa coraza que no le dejaba vivir.

Entiende que de la noche a la mañana el Caballero de la historia no se liberó de sí. Tenía miedo, mucho miedo, era receloso, pero aceptó el reto. Una noche (¡gloriosa!) apareciste tú. Y bien pude haberte dejado ir, como tantos otros que disfrutan de un feliz olvido. Pero no, era la hora indicada para comenzar de nuevo. No sé si estaba yo ahí para tí, o estabas tú, ahí, para mí. Pero sí sé que estamos los dos, aquí y ahora, para los dos.

¿Sabes qué? Yo me estremezco con cada palabra tuya, con cada letra en un papel cualquiera, con cada mirada que me das al fondo de mis ojos, como queriendo beberme de un solo trago. Yo no sé aún cómo quieres llevar las cosas. A veces cedo y dejo que tú manejes los hilos y me sorprendo -para bien o para mal-. Hoy estamos sufriendo. Nos está doliendo y esto tiene que significar algo. ¡En nosotros no cabe la indiferencia! A veces no sé qué actitud tomar y me confundo. Bien sé que conocerse, amarse, entregarse, tenerse, es un proceso que no es, precisamente, un jardín de rosas. Pero como a esta relación le hemos puesto ganas, muchas ganas, hemos podido caer en suposiciones inexactas: Quizás no lo hemos dicho todo, quizás nos guardamos lo que tenemos que decirle al otro, quizás no hemos pedido lo que deseamos y quizás olvidamos que el otro es sólo un ser humano que puede oir, hablar, entender, sentir y entregarse. Sin embargo, es tan intenso, tan grande lo que siento por tí, que a veces creo que voy a arder en una gran hoguera cuando sienta de veras que has penetrado en mi alma y que el fuego nos consumirá en una pasión que iría más allá de lo que mi vulnerable alma pueda soportar.

Me duele, y mucho, que sientas que estoy distante, desinteresado o permitiéndote partir. Yo no quiero que te vayas. A mí no me basta la Amistad. Y necesito Amor: El Amor del cuerpo y del alma. Lo necesito para sobrevivir a una carga que pesa tanto. Lo necesito por el estremecimiento con que nos embriaga y por la compañía que nos regala y con la cual nos consuela. Mi necesidad de amar debe ser satisfecha en pareja; tú eres esa persona elegida a quien invito a hablar, a caminar, a expresar clara y abiertamente lo que desea, aspira y espera de ese compañero -yo-.

Dejémonos de misterios. Amar va mucho más allá de lo que dicen los libros, las novelas o las campañas publicitarias, porque ellos no pueden decir lo que anda sintiendo en el alma. El Amor va más allá de lo físico (a lo que no renuncio); está en el compartir, en el hablar, en esa comunicación perfecta que da el saberse en sintonía espiritual con alguien.

Sentémonos, cerquita el uno del otro, a hablar de nuestras cosas. ¿Cuál es el miedo? ¿Qué queremos? ¿Qué nos falta? ¡Vamos a dar la batalla que estoy seguro ganaremos! (porque seremos dos contra el miedo). Lejos de mí hacerte daño. Si así fuera, preferiría irme de tí. Porque te quiero... y no quiero renunciar porque tengo un reto contigo: Demostrarnos que estamos sobre el mundo no solo para ocupar espacio. No debemos dejarle al Destino todo el trabajo.

Crezcamos juntos, aprendamos juntos. Yo quiero que cuides de mí y cuidarte. Emprendamos la tarea de mejorar como humanos, de cambiar nuestras limitaciones o imperfecciones para que cuando seamos seres de luz brillemos para ejemplo de todo el firmamento.

Te extraño. Pienso en tí, no sólo un poquito, sino todo el tiempo. Te quiero porque sí.

A.

1 comentario:

  1. Y entonces qué se supone que yo podría agregar????
    no hay espacio entre tus letras para vicular las mias... lo has dicho todo y de la mejor manera...
    Qe lindo algún día recibir una carta de ese tipo, con esas palabras y con esos sentimientos que se desbordan por los angulos y las curvas que carga cada letra...
    hermoso... simplemente hermoso.
    saludos desde mi lejana galaxia

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