domingo, 15 de junio de 2008

Margaritainés (sic)

Cuando uno se aleja muchos años de su tierra natal, parece que dejara congelado todo allí. Como si los demás no crecieran, como si la ciudad no cambiara, como si la vida no continuara sin el que emigró.

Ayer me enteré de la muerte de Margaritainés. Y me tomó por sorpresa, como siempre nos toma esta noticia. La recordaba en mis primeros años de ejercicio del periodismo, cuando ya ella era una premiada en sus labores. Y no llegué a pensar que estaría jubilada, que había estado enferma y que murió. Demasiado joven aun. Como si la muerte eligiera edades.

Desde ayer he pensado en ella. En la huella que dejó en mí. La recuerdo con un excelente sentido del humor. En cualquier época saludaba con un "¡feliz año! Se reía de sí misma y de las situaciones mas dantescas, desde los sueños de la noche anterior (como Dalí y Buñuel), hasta el terremoto mexicano que se le atravesó en unas vacaciones. Podía amanecer hablando con los amigos siempre y cuando le tuviéramos a mano una tasa grande de café. Amaba su profesión, una purista de la investigación y de consultar hasta el último detalle. Me corregía con paciencia y me enseñaba truquitos de periodismo. Fiel amiga, detallista, que amaba compartir la mesa. Cuantas veces salimos a probar nuevos restaurantes de la ciudad, el día de pago, mientras la seguíamos detrás de sus largas zancadas. O nos enrollaba en un viaje kilométrico para ver la ópera Evita y regresar tras la presentación.

Esta foto suya me gustó mucho. Es un buen retrato del brillo de sus ojos, de su sonrisa franca. Me faltarían sus manos largas y nerviosas para hacer una imagen de sus características. Y su serenidad. Y su acelere en el trabajo. Y sus historias de becaria en España y Bélgica. Y sus tertulias. Y sus risas y...

Ahora debe estar entrevistando a las once mil vírgenes. O pidiendo permiso para ir a ver si Sata tiene cuernos y cola, para saber si san Pedro es tan estricto como lo pintan...

Paz en tu tumba, Margaritainés, Eleú, Lola... Gracias por tus huellas en mi camino.

3 comentarios:

  1. y entonces uno entiendo que las cosas buenas deberian de ser para siempre... pero dicen que así no se aprecian bien...
    por eso me gusta ser una esponja emocional... para aprender de gente asi, mientras esté a mi lado.
    un abrazo desde mi lejana galaxia

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  2. Como se siente, no? El vacio no se llena, pero quedan todos esos momentos que no tienen precio. Y eso es lo que nos sostiene, porque la dicha no es eterna...
    Besote, desde la puta mierda.

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