miércoles, 5 de marzo de 2008

A veces llegan cartas (5) (Segunda Parte)

Sin embargo, mis palabras no están dirigidas a "eso que llaman amor" porque, al ser su vivencia algo tan personal y porque a veces no creo en él, haría toda una apología falseada desde mi pequeño, exclusivo y subjetivo punto de vista. Yo quiero hablarte desde otra perspectiva. Cómo quisiera tener alas (o saberlas usar) para entrar por tu ventana (cuando la abras) y aposentarme allí unas horas. Cómo quisiera sentir lo que tú, vivir tus vacíos y ayudarte a limpiar los pegotes: Sé muy bien que sólo tú puedes hacerlo, pero que quisiera es que me dejes estar, así sea un poco, en esos espacios que siempre quedan.

La cuestión no es de juegos pirotécnicos ni de ambientes sórdidos. La cuestión es que "faltan besos que le devuelvan al hombre solitario su fe en los labios de otros". Es tan rico sentirte cerca, abandonado a lágrimas sin sollozos, a vibrar cada nota de una canción francesa, a disfrutar una noche de confesiones y de brindis con las manos porque las copas no sienten. Es tan cálido tu hablar sosegado, sin guardias altos ni bajos, abierto como los libros que se dejan releer y subrayar. Es tanta suerte saber que me has permitido hurgar en tu interior y sentir tu abrazo de cómplice, de camarada y soñador de ilusiones.


Es tan rico saber que estoy feliz porque llenamos una noche de dos -de nosotros dos-. Es tan rico saber que para ambos faltaron muchas horas de conversación y confidencias y que tenemos pendientes más encuentros, festivos como la bienvenida de tu aparecer por esta tierra celeste, verde e insulsa.

Ante ti tienes la posibilidad de seguir viviendo, pero no vivir a secas, sino con intensidad cada aparición de las personas en tu vida. Fíjate que por cada uno de los que nos hacen más vulnerables aparecen al menos dos que nos reconcilian con la humanidad. De tanto en tanto sufrimos, pero no podemos dejar que las lágrimas nos impidan ver el horizonte sino que nos aclaren la mirada.

Ya alguna vez te lo dije: Naciste para jugar en las ligas mayores. Y eso no significa ocupar el cargo más alto ni tener el más disputado de los títulos. Significa valor, ser algo para alguien, valer para ti mismo, querer lo que haces y a quien tienes al lado. No soy el más fuerte de los seres humanos, también flaqueo a veces, lloro -y lo sabes- y siento como el que más, pero,

Por si acaso...
estoy preparando mis manos.
Por si acaso...
estoy preparando mis brazos.
Por si acaso...
estoy preparando este beso.
Por si acaso...
estoy preparando el regreso...


Escrita en Medellín, Colombia, el 9 de julio de 1993

1 comentario:

  1. Curioso, esa carta fue escrita el día que cumplí 8 años.

    Casi 15 años después, me siento bastante identificado con ella.

    Un abrazo,

    Juan

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