sábado, 5 de mayo de 2012

Ya no te quiero

"Llega como un zarpazo, nos quedamos de una pieza y el corazón se encoge. "¿Será que escuché mal?", "¿Cómo así?", "¿Qué estás diciendo?". Nos resistimos a semejante información: "¡No puede ser!" Preferimos pensar que es un efecto transitorio debido a los años, el tedio y la rutina. Nos negamos a aceptar que el amor se acabó.

Pero, sí. Se fue, desapareció, se esfumó en un montón de silencios mal interpretados, en la aflicción que nunca se dijo. "Ya no te quiero": una estocada directamente al alma.

Pedro amaba profundamente a su novia, según él, era el motivo de su existencia. Creía que todo estaba bien. En las últimas relaciones sexuales, ella le había manifestado su amor de una manera especialmente efusiva. Había pensado en casarse, todo iba viento en popa. De pronto, sin previo aviso, sin anestesia, bañada en llanto, aquella mañana ella le confesó su inexplicable desamor.

El desamor, como el amor, también se declara, se cuenta como un cuento corto, terriblemente condensado. Cortante, lapidatorio, cruel. Siempre es cruel, no importa que se le adorne con lágrimas de piedad o cantos de penitencia. Para el despachado nada justifica el rechazo afectivo, las palabras pierden su semántica, se caen los significados, se adormece la inteligencia. "¿Cómo así que ya no me quieres!", "¡Debe haber un error!".

¿Un error del corazón, un exabrupto de la razón? No, ninguna equivocación. "Pero, ¿estás segura?" (la esperanza de la desesperación, la ingenuidad de quien no quiere ver, creer ni escuchar), "¡No puede ser...!".

Juliana lleva ocho años de novia. La pareja ya tenía apartamento, enseres, fecha de matrimonio y lista de invitados. Ha sido su único hombre, su único amante, su mejor amigo, su vida. Él es el eje, ella el satélite. El amor la mueve, la empuja en forma elíptica con movimiento constante y parejo. Un día después de su cumpleaños, él le dice que no está seguro. Ella racionaliza el problema, busca explicaciones, recurre a la ciencia, a las brujas, le pasan el láser, se apega al sicólogo, el siquiatra le formula un puré de pastillas, el cura le habla del más allá, y una amiga la acompaña en su dolor en el más acá. No hay reversa, nada qué hacer.

Él dice: "No sé qué pasó, no tengo explicación; se abrió un hueco en mi corazón, no hay otra mujer, ni siquiera en vista". Ella le suplica que lo intenten de nuevo, sugiere que le pasen a él también el láser y que el siquiatra le dé un antidepresivo. Pero el mensaje sigue siendo tan contundente como al principio: "Ya no te quiero", categórico, irrevocable.

¿Por cuáles  caminos se nos va el amor? ¿En qué recodo se nos pierde? Como un suspiro agónico, travieso, a veces se desvanece como una sombra en la tormenta. No hay culpa en el desamor, pero sí en el descuido del no aviso. El otro tiene derecho a la información oportuna.

Pero lo increíble de todo este revuelo devastador, lo que no me deja de asombrar, es el poder de la recuperación afectiva. El corazón herido siempre se cura, y su medicina, curiosamente, es el mismo amor que llega arropado en otra forma humana. El amor nunca nos deja, las personas sí."

Sicólogo clínico, docente y escritor.

4 comentarios:

  1. Como tu bien dices, cuando escuchamos ese "Ya no te quiero" al principio no nos lo podemos creer, pensamos que habrá solución, algo que se pueda hacer para evitar ese final.... pero cuando una persona te dice esas cuatro palabras, es porque lleva mucho detrás, pensando en qué pasará cuando las pronuncie... cuando las oigas, es porque realmente la persona que tienes delante, es porque ya no te quiere.

    Un besico (paisano)
    destroy114.blogspot.com

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  2. Me ha parecido una reflexión muy profunda sobre el desamor, hasta el final no he visto que no era tuya, aunque comparto todo lo que dice ese autor... Quizás la respuesta está en ese verso de la famosa canción de ROCÍO JURADO: "Se nos rompió el amor, de tanto usarlo..."

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  3. Me gusta mucho una canción de Fito Paéz... el amor después del amor.

    Yo creo que es un misterio como llega el desamor y como se construye el amor, al final es un proceso que tiene ciertas fórmulas para decrecer o crecer para ser enfermo o sano, nutritivo o tóxico.

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  4. Pues qué horror.

    Aunque es verdad que lo he visto alrededor, en parejas que de la noche a la mañana: "no, ya no estamos juntos", y uno es que no sabe si preguntar qué pasó, ¿y eso?, o qué, porque cuesta creer que no se vea venir.

    Vamos, lo dicho, de película de terror.

    Besos

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