"El sentido de pertenencia a un grupo es más fácil en el mundo virtual que en la vida real", según un estudio de la Universidad de Yale, refiriéndose a las actitudes de menores entre 12 y 17 años de edad, época caracterizada por la parquedad en palabras, el secretismo y la timidez. Los llamados nativos digitales o generación 2.0 utilizan las redes para compartir fotos, subir vídeos, burlarse del profesor de matemáticas o comentar las quedadas del día anterior. Parte de la diversión y de la interacción social debe documentarse -para ellos- en Facebook, Twiter o Tuenti, como si la prueba máxima fuese obtener el mayor número de "me gusta".
Las redes sirven para ocultar una identidad, con apodos, nombres o "avatares" ficticios. Algunos hasta pretenden ser otra persona. La mayoría tienen cien o más "amigos", entran en sus perfiles muchas veces al día. Entrecomillo amigo, porque a esa edad (y creo que mucho más allá de la adolescencia) no se tiene la suficiente experiencia de vida como para adjudicar ese título a alguien que a lo mejor no has visto nunca. Los riesgos a que se exponen los chavales son innumerables, comenzando por la posibilidad de caer en garras de pedófilos, proxenetas, incitadores al suicidio o a la anorexia, escondidos tras perfiles falsos.
No todo ha de ser negativo. Esa redes sociales pueden ayudar a vencer la timidez de chicos y chicas; llegan a confesar cosas a la pantalla de su ordenador o de su móvil que en la vida real no se atreverían; sirven para romper la distancia con antiguos compañeros de colegio o de grupos; y se pueden ayudar a que los jóvenes sean más solidarios, ya que permiten sumarse a una causa o a una campaña.
Evidentemente, no pertenezco a la generación 2.0 porque siempre he conseguido amigos a través del cara a cara, interactuando en la etapa escolar y universitaria, en fiestas y zaraos, vale decir, a la antigua. Claro que conozco y disfruto con Internet (para eso tengo un blog, messenger y correo electrónico): no puedo negarme a las facilidades de la informática. Ya no escribo cartas que se mandan por correo postal ni mando tarjetas de Navidad, pero mantengo contacto con amigos y familiares a través de mails y del teléfono. Pero detesto la modalidad social de estar enganchado al móvil. Sales con amigos a cenar o a tomar una copa y pasan más tiempo mirando a sus pantallas, actualizando el Facebook, leyendo la última chorrada que escribió otro zombie cibernético ("Estoy en el baño", "Laura tiene 349,7 amigos", "Risto Mejide se está ablandando en Tú sí que Vales"...), localizando cuántos y cuántas están buscando "ligue" por el radar... Y pierdo el cara a cara, la conversación fluida, las expresiones faciales, el feedback.
Pueden llamarme antiguo pero añoro la época sin buscapersonas (beeper), móvil, "tablets" ni llamadas en espera. Nada era tan urgente que no pudiese esperar a que llegásemos a casa o al trabajo y que nos dieran el recado. Ahora nos fastidian porque supuestamente no contestamos el teléfono. Parece que todos somos imprescindibles 24 horas al día y que no tenemos intimidad ni vida propia.
No tengo Facebook, porque no me gusta su permisiva invasión a la intimidad. Fulano es amigo de Mengano. Voy a ver quiénes son los amigos de Mengano. Entro a los amigos de éste y a los amigos de los amigos de ellos... Husmeo, cotilleo, comento y critico a quien no conozco, ni me debería interesar lo que hacen o dejan de hacer, pero que ellos cuelgan para ser más populares o con más amigos. ¡Qué vida más aburrida!
Yo tampoco tengo Facebook. Bueno, me registré hace poco para ver unas fotos de un amigo y ahí lo tengo abandonado. Llegué tarde a todo ésto, supongo. Lo peor de todo es que estas nuevas redes, incluyendo el Twitter, están acabando poco a poco con esta forma de escribir más tradicional que hay en los blogs. Seguro que Thiaguito, por ejemplo, seguirá superactivo en Facebook.
ResponderEliminarBesos y agur
Totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarHasta eliminé mi cuenta en hotmail y desisntalé msn de la compu. Me harta que mientras escribo un mail aparezca algún conocido (no digo amigo) pretendiendo iniciar comunicación. Y eso que uso la web casi desde que se inició (no calcules mis años, plis)
Yo piqué con lo de FACEBOOK y al final lo dejé, era una esclavitud grandísima estar pendiente de actualizaciones, del muro, de los comentarios, etc, etc... cuando al final te dabas cuenta de que eran chorradas, y todo el día mirando el número de amigos y agregados, como si del número dependiera un indulto, o algo así... demasiado agobiante, al menos para mi gusto...
ResponderEliminarAhí le has dado... y lo dice uno con Facebook y Twitter (a este último aún no sé sacarle partido). A mí me sirven, desde luego... ojos que no ven, tuenti te lo cuenta.
ResponderEliminarUn saludo.
Yo, he borrado mi cuenta. Estuve en FB al 'pricipio', o sea cuando era solo para instituciones educativas y requerias un .edu en tu direccion de correo electronico para 'pertenecer' a FB. Y tenia sus ventajas, y te recordaba cumples y todo, pero de un momento a otro se tuvo que convertir en un monstruo invasivo que no te dejaba respirar ni reconocer tu privacidad. Te empezaba a 'hacer sugerencias' de amigos y todo parecido. No. Si quiero conocer a alguien, ya le hablo. Y si quiero interacciones, no necesito una pantallita azul y blanca que me diga que debo hacer. En las palabras de un amigo: fuck facebook.
ResponderEliminarLa negri, desde la puta mierda.