jueves, 25 de agosto de 2011

San Sebastián, ¿patrono de la comunidad gay lésbica?

Con motivo de la visita del Papa Benedito XVI a España, para la Jornada Mundial de la Juventud, el comité organizador de la II Feria Internacional de los Negocios y del Turismo Gay, ExpoGays, que se celebrará en Torremolinos del 14 al 16 de octubre, solicita a Su Santidad que reconozca al mártir San Sebastián como "Patrón de la comunidad gay-lésbica".

Esta petición formal se hace eco de uno de los más famosos iconos de la comunidad LGTB. Aunque sea de forma oficiosa, para muchos gay católicos San Sebastián es el símbolo cristiano de la homosexualidad.

¿Por qué esta petición? Por el importante número de homosexuales católicos que lo reivindican como santo patrón y, lo más importante, intercesor. Es una manera de solicitar al Papa que dé un giro aperturista “para que los creyentes homosexuales también tengan cabida en el seno de la Iglesia Católica y puedan vivir su fe sin que tengan que sufrir la secular marginación impuesta desde Roma”

Tanto la historia de San Sebastián como su significativa presencia dentro de la cultura gay más moderna suponen un ejemplo de integración de dos posturas aparentemente opuestas y enfrentadas: catolicismo y homosexualidad.

El comité de ExpoGays cree que el Papa podría tender un puente en España  hacia el entendimiento con “los millones de homosexuales católicos que se sienten excluidos por las rígidas normas que impone el Vaticano, nada acordes con los nuevos tiempos y que le hace perder credibilidad”.

También hay católicos gays, y San Sebastián puede ser el nexo de unión entre la Iglesia y los homosexuales. Además, tradicionalmente al santo se le atribuye un papel de protector contra las epidemias, lo que ha hecho que la comunidad gay lo considere protector contra el vih.

La unión de dos de sus cualidades principales -sumisión y valentía-, su rebeldía ante el poder establecido, la erótica y sugerente forma -casi sadomasoquista- de su caracterización artística y el haber sido igualmente querido y humillado públicamente, han hecho que gran parte la comunidad gay masculina se identifique con San Sebastián y lo enaltezca como símbolo.

Sebastián nació en la mitad del siglo III en el seno de una familia militar y noble de Narbona -Francia-. Fue tribuno y capitán de la primera cohorte de la guardia pretoriana de Diocleciano -que le apreciaba especialmente al desconocer su tendencia cristiana- y disfrutó hasta su prendimiento del respeto y la admiración de sus contemporáneos.

Sebastián se ganó el favor del emperador gracias a su labor en muchas batallas, destacándose como uno de los soldados más intrépidos. Por otro lado, sus buenos modales y hábitos le distinguían del grueso de la milicia.

Aunque la persecución de los cristianos en el Imperio Romano de Diocleciano no tenía nada que ver con las de la época de Nerón, todavía se debía guardar cierta discreción para evitar otro repunte violento de la represión religiosa. En este periodo de relajación, San Sebastián aprovechó su popularidad para hacer proselitismo y convertir al dogma cristiano a otras ilustres e influyentes personalidades de la época. Hasta que fue descubierto.

En su "apostolado", San Sebastián tenía por costumbre visitar a los cristianos encarcelados para animarlos. Tras la visita a dos de ellos, los próximamente martirizados Marco y Marceliano, comenzó a ser reconocido públicamente como cristiano.

Por sus cada vez más indiscretos servicios a la fe cristiana, San Sebastián fue llevado delante del Emperador, frente a quien reafirmó su fe a sabiendas de que sería castigado. Diocleciano dictó sentencia: sería atado a un árbol y asaeteado en zonas no vitales del cuerpo, de forma que falleciera desangrado después de una larga agonía.

Gracias a varios amigos y a Santa Inés -que por entonces era una noble recién convertida- San Sebastián no muere y puede curar sus heridas. Una vez recuperado, quiso presentarse de nuevo ante Diocleciano para echarle en cara sus creencias idólatras. El Emperador esta vez ordenó a sus soldados que le azotaran hasta la muerte. En esta ocasión se aseguraron de cumplir sin errores la misión.

El culto a San Sebastián como protector contra la peste -así como su representación artística- datan de muy antiguo, aproximadamente desde el siglo VI. A partir del Renacimiento se comenzó a reproducir en pleno martirio, semidesnudo y con varias flechas clavadas en el cuerpo. La expresión, que mezcla éxtasis y dolor, puede considerarse como resumen de las ideas que los artistas querían reflejar.


1 comentario:

  1. San SEBASTIÁN, ciertamente siempre se ha considerado el santo patrón de los homosexuales, al menos oficiosamente, pero me parece muy pobre el argumento de que lo sea sólo por estar semi-desnudo, por el homoerotismo de sus representaciones iconográficas y por la célebre película SEBASTIENNE de los años 70.... Yo apostaría más por:


    El Centurión Romano del Evangelio


    Entre otras cosas, de éste si se puede sostener, con el Evangelio en la mano, que era gay, lo mismo desde el punto de vista exegético, además era pagano, y encima el Señor no le condenó, sino que alabó públicamente su fe... Es impresionante que toda la Iglesia Universal, en el momento de comulgar, en la liturgia, reciba al Señor con las palabras de humildad de un maricón confeso, es decir, las de este centurión:

    "Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarle"

    Es, junto con el padrenuestro, el momento de la liturgia en el que más convencido estoy de que Dios está conmigo, me ama, me quiere, y me respeta...

    Aunque en el pasaje evangélico este centurion no aparece nombrado, parece ser que los investigadores lo identifican también con el mismo centurión de la crucifixión, el de la lanzada, en este caso, según la tradición, LONGINOS sería su nombre (por cierto, en las visiones de la beata Ana Catalina Emmerick, en las que se basó MEL GIBSON para la película de LA PASIÓN), se dice que este centurión, impresionado por la muerte de Cristo ("Verdaderamente éste era hijo de Dios" dijo al pie de la cruz), estuvo dando viajes, con un balde de agua, de una fuente cercana al Gólgota hasta el pie de la Cruz, donde María, con Cristo muerto en su regazo, estuvo limpiándole la sangre hasta dejarlo completamente limpio para la preparación de la sepultura...

    Yo, con todo, me quedo con mi centurión...

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