lunes, 12 de julio de 2010

No me gusta el fútbol, pero...


Confieso que no me gusta el fútbol. Ni lo entiendo ni me divierte. Desde siempre. Pero lo que ha despertado este Mundial que acaba de ganar España, mi otro país, me ha demostrado que un deporte en el que 22 hombres sudan pateando un balón para tratar de meter goles en la portería del equipo contrario, puede lograr mucho más que lo que supuestamente deben hacer los políticos: Unir a un país por un objetivo común.

En estas épocas de crisis universal, que ha golpeado la economía de millones de personas, los jugadores de la Selección Española han hecho que no se hable de pérdidas de las empresas, de la subida del IVA y de la edad de jubilación, de los desfalcos en los Ayuntamientos, de los desatinos de los gobernantes, de los cuatro millones de desempleados y de tantas noticias que día a día nos ponen con un semblante taciturno y con desasosiego. Alguien podría decir que se trata de "Pan y Circo", pero a veces se necesita un respiro, un paréntesis en los duros golpes de la vida para poder reanudar el camino.
La Selección Española de Fútbol demostró que es un equipo, un grupo de hombres responsables con lo que tienen que hacer, que no son individuos sino un Equipo que juega limpio, que no importa de qué ciudad, provincia o comunidad autónoma provienen sus miembros, sino que en sus camisetas y en su corazòn llevan la bandera de su país, de su España. Se olvidaron de celos regionalistas, de ideas separatistas. Representaban a España, su país. Y eso era lo importante.

Miles de personas en las calles bajo una sola bandera. Miles de personas, millones, gritando: "¡Yo soy español, español, español!", es lo que más me ha gustado del Mundial de Fútbol. Una sola bandera, un solo país.

Ahora, de vuelta a la realidad cotidiana, toca aprender la lección. Sobre todo nuestros dirigentes. Pero también los de abajo, a trabajar por salir adelante, por ser solidarios y tener metas comunes. ¡Ganar!

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