Voy a morir. No me quejo de una suerte que comparto con las flores, con los insectos y con los astros. En un universo en donde todo pasa como un sueño, sentiría remordimientos de durar ara siempre. No me quejo de que las cosas, los seres, los corazones sean perecederos, puesto que parte de su belleza de compone de esa desventura. Lo que me aflige es que sean únicos. Antaño, la certidumbre de obtener en cada instante de mi vida una revelación que se no se renovaría nunca constituía lo mas claro de mis secretos placeres: ahora muero confuso como un privilegiado que ha sido el único en asistir a una fiesta que se dará solo una vez. Queridos objetos, no tenéis por testigo sino a un ciego que muere... Otras mujeres florecerán, igual de sonrientes que aquellas que yo amé, mas su sonrisa será diferente, y el lunar que me apasiona se habrá desplazado en su mejilla de ámbar la distancia de un átomo. Otros corazones se romperán bajo el peso de un insoportable amor, más sus lágrimas no serán nuestras lágrimas. Unas manos húmedas de deseo continuarán juntándose bajo los almendros en flor, pero la misma lluvia de pétalos nunca se deshoja dos veces sobre la misma ventura humana. ¡Ay! me siento igual que un hombre arrastrado por una inundación y quisiera hallar al menos un rinconcito de tierra seca donde depositar unas cuantas cartas amarillentas y algunos abanicos de marchitos colores...El Último Amor del Príncipe Genghi.
Cuentos Orientales
Que gran texto amigo y que bien escrito por esa genial escritora.
ResponderEliminarLa principal "virtud" de la muerte es que nos hace sentir el valor de estar vivos,valor que de otro modo no apreciariamos.
Una vida eterna seria una vida hastiada,aburrida de si misma,como les ocurre a los protagonistas de ese gran cuento de Borges "Los inmortales" que te recomiendo.
Un saludo