"La soga se revienta por lo más delgado".
Cuerdas que atan, que retienen, que inmovilizan. De hilo, de seda, de acero, de chantaje, de presión económica o sicológica. Algunas nos las atamos nosotros mismos; otras nos las ponen otr@s (o permitimos que nos las pongan). Hasta que, un buen día, la cuerda comienza a perder fuerza, nudos, se va deshilachando poco a poco y no soporta más el peso, la presión, y se rompe, dejándolo libre todo.
A veces, nosotros mismos somos quienes podemos, decidimos y actuamos rompiendo esas cuerdas. Para sentirnos libres. Para volar sin peso extra. Para que nada sea un lastre.
las cuerdas me gustan para los barcos, pero no para las personas.
ResponderEliminarUn abrazo
Una cuerda tiene dos extremos: hace falta alguien que la ate y alguien que se deje atar; si uno de los dos suelta... desaparece la atadura.
ResponderEliminarEs verdad que las ataduras más sutiles son las peores, porque no ofrecen la posibilidad de resistirse a ellas. Pero hasta lo más sutil acaba por hacerse evidente a base de insistir.
Enhorabuena por la (nueva) liberación.
es facil soltarce de la soga si saves k vas a caer en tierra pero cuando no saves dondo vas a caer i la soga se va a caer deseas no estar hay.
ResponderEliminar