De niño siempre quise ser el más rápido, el más ágil, el más alegre. De adolescente siempre quise ser el más bonito, el más atractivo, el más cotizador. De universitario siempre quise ser el más inteligente, el más interesante, el más agudo. De adulto siempre quise ser el más próspero, el más exitoso, el más rico. De maduro siempre quise ser el más bueno, el más noble, el más justo. De viejo siempre quise ser el más sabio, el más generoso, la última palabra. Ahora, desde mi orilla, contemplo, acaso un poco sorprendido, que los gusanos piensan que no soy ni más sabroso, ni más especial, ni más apetitoso que otro fiambre cualquiera. Y con el último resto de cerebro y corazón que aun los bichos carroñeros no devoran, me pregunto: ¿todo ello, bien valió la pena?.
Texto finalista del concurso de narrativa de la revista El Malpensante (Colombia, 2005/2006). Con un máximo de 700 palabras debía contarse la autobiografía o algún episodio autobiográfico, no una historia de ficción.
Qué bueno Arturo!!
ResponderEliminarMe lo pongo de pensamiento de cabecera, sin duda.
Por cierto, ya que es mi primera intervención en tu espacio, decirte que tienes un blog interesantísimo y muy variado. Un abrazo!!!!
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