lunes, 23 de enero de 2023

¿Qué pasa cuando morimos? Reflexiones de película


-¿Qué pasa cuando morimos?

-¿Qué cojones pasa?

-¿Tú qué crees?

-No lo sé. Y no confío en nadie que afirme saberlo, pero puedo hablar por mi mismo, supongo.

-Entonces hazlo. ¿Qué pasará cuando mueras?

-Cuando muera...mi cuerpo dejará de funcionar. Me apagaré. De golpe o gradualmente mi respiración parará, mi corazón dejará de latir. Muerte clínica. Y un pelín después, cinco minutos después, mis células cerebrales morirán. Pero mientras tanto, entre medias, tal vez mi cerebro libere un torrente de DMT (es una droga sicodélica que se libera cuando soñamos). Yo sueño, sueño más de lo que he soñado nunca, pero que es todo un último gran subidón de DMT de golpe y mis neuronas comienzan a arder y veo como un despliegue de fuegos artificiales, de recuerdos, y empiezo a alucinar. En serio, alucino a lo grande porque  la mente se va abriendo paso entre los recuerdos a corto y mediano plazo y los sueños se mezclan con recuerdos y... ¡es una ovación! El sueño que acaba con el resto. Un último gran sueño en el que mi mente lanza los putos hilos de misiles y luego... paro. Mi actividad cerebral cesa y no queda nada de mi. Ni dolor, ni recuerdos, ni conciencia de lo que he sido. Ni el haber hecho daño. Ni haber matado a alguien. Todo está como fue antes de mi. La electricidad abandona mi cerebro hasta convertirse en tejido muerto. Carne. Olvido. Y el resto de carne que me componen los microbios y las bacterias y los millones de cosas que viven en mis pestañas, en mi pelo o en mi boca, en mi piel y en mi tripa y en el resto, siguen viviendo y comiendo. Y sigo un propósito: alimentar la vida. Y me fragmento y todos esos diminutos trocitos de mí se reciclan y estoy en otros lugares y mis átomos están en plantas y en bichos y en animales y soy como las estrellas que hay en el cielo un momento y luego todo se esparce por el dichoso cosmos.

Te toca. ¿Qué pasará cuando mueras?

-¿Te hablo de mi?

-Háblame de ti.

-No. De mi no. No soy yo la que ha muerto hoy. No estuvo despierta. Cuando su diminuto cuerpecito empezó a formarse estaba dormida, así que sólo conoció los sueños. Sólo estuvo soñando. Ni siquiera llegó a tener nombre. Y mientras dormía, su pequeño y perfecto espíritu se marchó. Dios la envió aquí abajo a dormir. Una siestecita. Un sueño rápido. Y la reclamó, la quiso de vuelta. Así que eso hizo. Igual que tú flotaste hacia abajo, ella volvió a ascender. Dejó atrás las almas de la atmósfera y las estrellas del cielo y se convirtió en una luz brillante. Y entonces, por primera vez, empezó a despertar... envuelta en un sentimiento de amor, un amor puro e increíble, así es. Era pura. Nunca llegó a pecar. No le hizo daño a un solo ser vivo, ni a una hormiga. Y no está sola, esta en casa. Y hay gente allí y no lo sabe, pero son su familia: su abuelo, su bisabuelo, y la adoran, la nombran. Y cuando Dios baja y la da un beso en la cabeza y pronuncia su nombre, crece de golpe. Es perfecta. Su cuerpo es como habría sido en su mejor día en la tierra. Su edad es perfecta. Está en su mejor momento. Y le hablan de su madre y le cuentan que pronto estaré con ella. Y está contenta. Sentirá alegría para toda la eternidad (...) Y no está sola.

A eso nos referimos cuando hablamos del cielo. Ni ríos de diamantes ni nubes esponjosas ni alas de ángel. Eres querido y no estás solo. Eso es Dios. Eso es el cielo. Por eso aguantamos tanto en esta enorme, azul y triste roca.

Estaré allí muy pronto y veré a mi padre y a mi abuela y veré a mi pequeña y estará contenta y a salvo y será un placer conocerla.

-Ojalá sea así.


Misa de medianoche

Libro IV: Lamentaciones.

Director: Mike Flanagan

Netflix



1 comentario:

  1. Pues si, por eso es que aguantamos tanta mierda...

    Picos, mana.

    La negri, desde la PM.

    XOXO

    ResponderEliminar