Noche de Jueves Santo. Presencié la salida de la procesión de la Cofradía del Señor Atado a la Columna. Silencio espeluznante en el atrio del templo de Santiago el Mayor, roto de repente por el sonido atronador de tambores tocados por hermanos con sus hábitos blancos y capirotes rojos. Emociona la salida de la monumental talla en madera del Nazareno mientras las trompetas. bombos y tambores suenan a dolor, a tormenta, a cielos rasgados.
Emociona ver el recogimiento de los seiscientos cofrades ante su Virgen y su Cristo, por el que esperan cada enero para comenzar a ensayar sus toques y su celebración de la Semana Santa. Conocí a uno ellos ensayando en invierno bajo un puente con sus compañeros, a pesar de estar con un catarro febril. Me dijo que así tuviera 40º de fiebre asistiría a su compromiso.
Las imágenes y cofrades tardaron casi una hora en salir del templo y muchas horas después culminarían su lenta, recogida y sonora marcha. Una muestra de fe, de sentimiento religioso que se contagia a propios y a turistas que, sean o no católicos o practicantes, llenan las calles de la ciudad para ver el desfile de las imágenes de Cristos lacerados, Vírgenes llorosas lujosamente vestidas, imágenes y tronos con siglos de antigüedad, y escuchar los tambores que retumban por toda Zaragoza hasta la medianoche del Sábado de Gloria.
Un escritor decía: "Ay, ¡Quién pudiera sentir como Sevilla!", haciendo referencia a la famosa Semana Santa de Andalucía. Me permito agregar: ¡Quién pudiera sentir como Zaragoza!
Solemne!!!
ResponderEliminarMuchas gracias por venir a vernos. Tengo 20 años y pertenezco a la cofradía desde los 4. Me alegra saber que la misma emción que sentimos nosotros cuando tocamos a nuestros pasos es apreciable desde fuera.
ResponderEliminarYo tambié puse en marcha un blog sobre la Semana Santa de Zaragoza. Te dejo el enlace por si te quieres pasar:
http://beapaulnaya.periodista.mobi/