7 de enero. Ya se fueron los Magos de Oriente, el Niño Dios, Papá Noel, Santa Claus, los renos, los elfos, los ayudantes. Disminuyen las carreras de centro comercial en centro comercial, de supermercado en supermercado, haciendo compras compulsivas e innecesarias, aparentadoras y "por obligación". Ya guardamos, en cajas de cartón y en el fondo del trastero, el árbol, las figuritas, las coronas, ... hasta diciembre próximo. Y parece que con ellos, guardamos los deseos de Paz y de Amor, Concordia y Fraternidad.
Volvemos a nuestras vidas cotidianas, con sus afanes rutinarios, olvidando qué celebrábamos (si es que recordábamos eso que nos enseñaron de niños). Navidad... época de "Re-nacer", y sólo estábamos fingiendo que somos muy familiares, que cuñados, primos, tíos y tías, suegros y consuegros, se quieren, cuando en realidad se soportan y se aguantan en opíparas cenas y comidas, en una celebración de apariencias y derroches. Tras ellas, las críticas, los comentarios, los juicios... mientras afuera hay gente que pasa hambre, frío, y hay humanos pidiendo la poca limosna de mirarlos cuando pasamos con paquetes llenos de regalos.
No sé qué sería mejor. Si ese mes en que la gente parece -sólo parece- más solidaria (quizás para acallar un poco la conciencia) aunque algo hace, al menos con sus Feliz Navidad, Feliz Año; o que cada uno vuelva a ser como es, para saber a qué atenerse.
Pero sí quisiera que no todos los deseos se cumplan (me refiero a los falsos buenos deseos), y que seamos solidarios todo el año con los que menos tienen y más necesitan, que cada uno haga, cada día, en diciembre o en agosto, lo que su corazón le mande, lo que su forma de vivir y de sentir le indique, sin verse obligado por otros, por la sociedad, por la costumbre; que celebremos, si queremos y creemos, con quienes más nos plazca, con los que son en sí mismos un aguinaldo; que compartamos, que seamos sinceros, que aprendamos por qué estas fechas son "tan señaladas" y no un mero lugar común.
¡Feliz Vida!
Volvemos a nuestras vidas cotidianas, con sus afanes rutinarios, olvidando qué celebrábamos (si es que recordábamos eso que nos enseñaron de niños). Navidad... época de "Re-nacer", y sólo estábamos fingiendo que somos muy familiares, que cuñados, primos, tíos y tías, suegros y consuegros, se quieren, cuando en realidad se soportan y se aguantan en opíparas cenas y comidas, en una celebración de apariencias y derroches. Tras ellas, las críticas, los comentarios, los juicios... mientras afuera hay gente que pasa hambre, frío, y hay humanos pidiendo la poca limosna de mirarlos cuando pasamos con paquetes llenos de regalos.
No sé qué sería mejor. Si ese mes en que la gente parece -sólo parece- más solidaria (quizás para acallar un poco la conciencia) aunque algo hace, al menos con sus Feliz Navidad, Feliz Año; o que cada uno vuelva a ser como es, para saber a qué atenerse.
Pero sí quisiera que no todos los deseos se cumplan (me refiero a los falsos buenos deseos), y que seamos solidarios todo el año con los que menos tienen y más necesitan, que cada uno haga, cada día, en diciembre o en agosto, lo que su corazón le mande, lo que su forma de vivir y de sentir le indique, sin verse obligado por otros, por la sociedad, por la costumbre; que celebremos, si queremos y creemos, con quienes más nos plazca, con los que son en sí mismos un aguinaldo; que compartamos, que seamos sinceros, que aprendamos por qué estas fechas son "tan señaladas" y no un mero lugar común.
¡Feliz Vida!
Verdades como puños. Toda la razón del Mundo.
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