Este 25 de noviembre se celebra (otra vez) el Día Mundial contra la Violencia de Género para -según publican en todas partes- "concienciar a la población de la lacra social que vivimos actualmente". En las diputaciones, ayuntamientos y gobiernos regionales se organizan y publicitan foros, conferencias, reuniones y demás eventos orientadas a las mujeres víctimas de violencia (ejercida principalmente por hombres).
En estos días se machacan en los medios de comunicación las terribles cifras de mujeres agredidas y muertas por sus familiares, parejas o ex-parejas. La publicación digital EnFemenino dice que:
"1 de cada 7 mujeres ha sufrido algún tipo de violencia física o psíquica a lo largo de su vida, más de 600 millones de mujeres y niñas viven en países donde la violencia doméstica aún no es considerada un delito, al menos 1 de cada 4 mujeres han sufrido violencia de género durante el embarazo, alrededor de 60 millones de niñas en el mundo son obligadas a casarse con menos de 18 años y 140 millones sufren mutilación genital femenina. En España, en lo que va de año, 30 mujeres han fallecido a manos de sus parejas. Son hechos que evidencian que todavía queda mucho por hacer. Aunque son cada vez más las mujeres que se atreven a denunciar la situación, el número de mujeres que callan sigue siendo elevado. El miedo, la falta de protección y el escaso amparo que reciben por parte de la ley son algunas de las causas principales que paralizan a las víctimas".
Todos estos datos son reales, preocupantes, indignantes. Pero tal y como está planteado el tema, este día debería llamarse: Día Mundial contra la Violencia hacia el Género Femenino. Así de explícito. Porque parece que contra los hombres no hubiera violencia intrafamiliar o de género. Si bien es cierto que cada día muchas mujeres evitan denunciar ante las autoridades que son víctimas de malos tratos, por miedo, también es cierto que muchos hombres no denuncian a sus parejas, ¡por vergüenza! Vergüenza a ser señalados como pusilánimes, débiles o "blanditos", por esa concepción generalizada de que un hombre no se deja maltratar de una mujer. Todos nos imaginamos la cara que le pondrá un funcionario(a) al ciudadano (hombre) que se acerca a la Comisaría a denunciar a su mujer (o a su compañero o compañera) porque le ha pegado o porque le insulta.
-Vamos a ver qué estupidez dices ahora.
-Cállate que estoy hablando yo y gano más dinero que tú.
-¿Qué dices, mongolo?
Frases como estas las he escuchado de boca de mujeres a sus maridos o novios. Todos conocemos casos de mujeres que tiran a sus bebés recién nacidos a contenedores de basuras, o que maltratan física y verbalmente a sus hijos y a sus maridos... Pero no se habla de violencia contra los hombres, no figuran en las estadísticas ni en los medios, no se les defiende, ni se hacen días especiales, ni campañas gubernamentales ni propagandísticas. Como son el sexo fuerte... que se apañen ellos, que se fastidien por no saber defenderse... pensarán aquellos a quienes corresponde afrontar el problema. El problema de no comprender el término Igualdad, que tan bonito se lee en la Constitución. Porque, a la hora de la verdad, ya se sabe que no somos iguales en casi nada.
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