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Hay momentos en que no puedes más. En que cuesta encontrar los motivos, en que la misión es solo trabajo y tienes ganas de hacer una huelga de ti mismo. Quizás esos días eres más susceptible, estás más irritado, o acaso la fatiga se convierte en tristeza. Y añades al cansancio la sensación de disgusto. Entonces te cuesta más hablar de amor (o amar). Y le ves las aristas a todo. Por eso es necesario, en ocasiones, reconocerse más débil, más frágil, y darse una pausa y dejarse cuidar.
Leído en el blog de Luis Loro
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