Pero los cerca de setecientos mil almas (de las cuales unas 107 mil son extranjeros) que vivimos en ella, vamos conociendo sus contrastes. Es la ciudad de los grandes eventos y de las pequeñas fiestas. La de las apariencias y la que no puede ocultar que aún no es una metrópoli. La de cientos de eventos culturales en la calle (Danzatrayectos, Teatro, Conciertos, Noches en blanco...) y la que se toman por asalto media docena de "chirimías" ("papayeras" las llaman por el Caribe) y dos docenas de ebrios detrás de ellas, celebrando cursis y patéticas despedidas de solter@s.
Esa misma gente descendiente de tres culturas, lo mismo te pide que adoptes animales de compañía, que firmes peticiones de leyes a favor de la protección animal, a escasos metros de aves rapaces atadas para exhibiciones de cetrería. Como también son de Zaragoza las chicas abrazadas a un falo de plástico bailando pasodobles en la calle a 33ºC, y la pareja de maduros que -gracias a su edad- poco les importa echarse unos pasos bien marcados. Son de la misma ciudad los vendedores del mercado medieval, con sus inciensos, tés morunos, especias, artesanías, embutidos y quesos; los que enseñan como se vestía para la batalla un caballero del siglo XIII. Y son zaragozanos también los más de 150 ciclistas que reclaman desnudos su fragilidad ante el tráfico de coches, autobuses y motos.
Todo esto puede coincidir en la misma tarde de sábado de principio de verano. En Zaragoza, a la vez pueblerina, cateta y hortera, como alegre, vivaz y festiva. En una palabra, viva.
zaragoza es una ciudad con sitios super intresantes que no piensas que puedes encontrar en una ciudad pequeña
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