A finales de 2006 e inspirados por los protagonistas de la novela Tengo ganas de ti, de Federico Moccia, el puente Milvio, sobre el Tíber, en Roma, comenzó a atraer el interés de las parejas de enamorados que usaban el poste de luz sobre el puente para atar candados con sus nombres para luego tirar la llave al río. En abril de 2007, debido al peso de los candados, la farola se cayó, por lo cual el alcalde mandó colocar unos postes de acero unidos por cadenas en las que se colocaban los candados, pero fueron quitados en septiembre de 2012 para erradicar esa costumbre para unos romántica y para otros considerada un adefesio que hace peligrar y la estructura de monumentos.
La idea de los candados se repite por medio mundo, de Roma a Moscú, pasando por Sevilla o New York, llevando el peso de atadas promesas de amor. Este año, una barandilla del Puente de las Artes, en París, se desplomó debido al peso de los candados y el Ayuntamiento de la Ciudad Luz ordenó la colocación de unas tablas para tapar temporalmente el desplome y permitir la circulación.
Zaragoza no es ajena a la romántica costumbre del siglo XXI. Se han visto candados en el Puente de Santiago, varios viaductos del río Huerva e incluso en el Canal Imperial, a la altura de la Avenida América. Las brigadas municipales se dedican con frecuencia, armadas de radiales y cizallas, a abrir o cortar los candados, con el fin de disuadir a los enamorados y evitar el efecto llamada, aunque sin mucho éxito. En Zaragoza no se ha llegado al extremo de multar a los "candado-amantes", como en Italia o Alemania, donde pueden recibir sanciones de hasta 300 euros.
Pero, curiosamente, por estos días han aparecido en distintos lugares de la ciudad, unas misteriosas bridas de colores, atadas a los barrotes de algunos puentes y ventanas. Como estas que vi esta mañana en un puente sobre el río Huerva. Aun nadie ha dicho nada al respecto. Si son sustitutas de los perseguidos candados, si son mensajes ocultos, si sus colores significan algo... Lo que sí se cierto, es que se van extendiendo, se encuentran en puntos opuestos y... ¡a lo mejor las dejan ahí porque no pesan tanto!
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