Mañana de marzo. Voluntarios en una céntrica plaza, informando, invitando a hacerse la prueba del VIH ahí mismo, rápidamente, con un solo pinchazo en un dedo y respuesta en 15 minutos. Mayores. Padres con su bebé en el cochecito. Mujeres. Hombres. Curiosos. Coleccionistas de condones y merchandising. Y decididos a comprobar su estado de salud.
Una encuesta. Firmar una autorización y a la camioneta a hacerse la prueba. Jóvenes voluntarios del área de la salud y de ONG´s decididos a seguir en la lucha contra la pandemia heredada del siglo XX, a hacer consciente a la gente de a pie de que el VIH y el Sida no han desaparecido, de que aumenta la incidencia entre la población que anda por los 20-30 años, de que la Seguridad Social debe comprometerse más en la prevención.
Vuelta a la calle. El pin del lazo rojo en la solapa (símbolo de apoyo a la prevención y a las personas seropositivas). Un número y un fallo negativo. Como un regalo. Para ser positivo por la vida.
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