Anoche asistí al estreno de La leyenda de Zelda, una obra de teatro musical que protagoniza mi amigo Edu. Quizás pueda ser tachado de subjetivo, pero no se puede negar que tiene muchísimo talento. Le vi grande en su papel de héroe, liberador de su pueblo de fantasía, de esos con hadas, dragones, brujas malvadas, gente buena, princesas y reinos por rescatar de la maldad.
Me sorprende gratamente ver a un grupo de menores de 30 años que se dedican a montar obras de teatro, por puro gusto, por una especie de divertimento que les implica escribir el guión, ensayar los domingos, diseñar su vestuario, cantar, bailar, buscarse los recursos, para presentarse ante amigos, familiares y seguidores de sus historias. Es lo que se llama, actuar y crear por amor al arte.
No todo está perdido. Gente como ellos devuelven la fe y la esperanza. No solo por su trabajo, sino porque con la obra dejan mensajes de solidaridad y humanidad, así sea en medio de historias inspiradas en los mundos de fantasía de los videojuegos que, al fin y al cabo, proceden del imaginario atávico del hombre.
Ahora sólo queda desearles "mucha mierda" y que no haya que esperar otro año para volver a verlos sobre las tablas. Que vayan por el mundo contando sus historias. Y que no pierdan la ilusión.
La verdad es que el videojuego de ZELD es todo un referente para los treintañeros que nos enganchamos a la consola en la veintena y fue todo un gozoso descubrimiento, así que muy sentido homenaje, a ZELDA, y a esos jóvenes que la interpretan... de tu amigo EDU me acuerdo, quiero decir del post que hiciste de la publicidad en la marquesina del autobús... ¡Aunque si es el de la foto, está más guapo en "calzas verdes", jejejeje...!
ResponderEliminar