Un texto de la escritora amateur argentina Maru Leone, que invita a vivir la vida y a ser felices, se hace viral en internet por expresar, de una manera cercana y efectiva, la necesidad de disfrutar de cada instante.. «Rodéate de amigos, escucha, no tengas vergüenzas... muérete de amor», aconseja.
Antes de decir que no, piensa que algún día te vas a morir. Sí, te vas a morir.
Métete al mar, despéinate... que la sal te endurezca el pelo y la piel, que te despinte. Métete de día, de noche... que una ola gigante te lleve a pasear y la arena se te meta en los calzones. Que el "topless" sea por la fuerza del agua, menos sexy y más divertido. Cágate mucho de risa, entiérrate en la arena, haz un castillito... sí, estás peludo, pero las ganas de hacer un castillito no se van jamás.
Tírate en paracaídas que tienes más probabilidades de morirte entrando el auto a la cochera de tu casa, cruzando la avenida apurado para ir a trabajar, o de un ataque al corazón post- estrés, post- chatarra, post- depresión. Acuéstate con tu perro y llénate la ropa de pelos, escucha su corazón... ese sí que late por vos.
Júntate con tus amigos aunque no tengas un puto peso. Siempre hay un paquete de arroz por ahí, o unas criollitas. Júntate con ellos y méate de risa y si los ves con el celular, tíraselo por la cabeza. Putéalos, que están ahí con vos... el resto puede esperar. Coman el asado, vayan a la montaña, pónganse en bolas en el medio de la calle. Sólo para reír. La amistad sana y no hay antidepresivo que le toque los talones.
Viaja. Ahorra y viaja. Quizás cuando termines de pagar la ropa que te estás comprando ya la hayas dejado de usar. Quizás cuando termines de pagarte tu casa se haya llevado la deuda... toda tu energía. Quizás cuando termines de pagarte el auto te hayas acostumbrado a caminar. Quizás cuando termines de pagar el microondas te des cuenta de que no hay nada como calentar en el horno. El somier extra súper archi blah blah "King" puede esperar, mejor una garrafita para la montaña. Escúchame pendejo, viaja.
Viaja, viaja para enriquecer el alma. Conoce gente, culturas, idiomas. Viaja para ver y escuchar que el amor en todos lados tiene la misma lengua. Viaja, tírate al pasto. Vacía cuarenta y cinco termos de "meta mate y charla" y que te quede la lengua verde de chupar la bombilla mientras guardas las fotos de ese paisaje en tu cabeza. Y si no hay plata, ándate igual. Ándate abajo de una planta. Tres frazadas, fideos blancos y nada más.
Escucha, escucha a tus viejos. Pregúntales todo lo que no sabes, todo lo que pasó. Cuántas veces amaron y cuántas perdieron un amor. Pregúntales que querían ser de grandes cuando eran chicos. Pregúntales porqué carajos no lo hacen si están vivos. Habla, habla con ellos que te escuchan hasta en silencio. Diles que los quieres y métete el orgullo post-moderno liberal de "todo me chupa un huevo" en el culo. Porque ellos también se van a morir. Abrázalos como si fuera la última vez... que ni las velas de cumpleaños, ni las estrellas fugaces, ni las vaquitas de San Antonio tienen el poder de conceder la inmortalidad.
Dilo todo. Dilo, escríbelo, transmite. Sácate la vergüenza de las venas. Dile que la quieres, dile que lo amas. Métele un beso para que no se olvide más. Dile que te duermes y te levantas pensándolo/a. Dile, dile todo lo que se te cruce por la cabeza. Sé asquerosamente romántico/a. Empáchate. Deja de hacerte el/la duro que todos bien sabemos lo que siente el otro. Así que... dilo. ¿Qué puedes perder? Dile lo que te gusta, lo que te enloquece, lo que te excita.
Deja de sobarle la espalda a la tristeza y abrázala, abrázala fuerte y que se vaya un tiempo para volver fresquita como una lechuga y así... la vuelves a abrazar.
Antes de tener hijos... sé un niño, sé un niño todo el tiempo que más puedas. Duerme, sal, ríete, come chocolates y gomitas y ríete. Fulmina tu juventud... antes de envejecer. Y cuando te pongas viejo, cuéntale a la generación entrante... qué significa cada una de tus arrugas. No les dejes tu cuerpo gris, déjales tus ganas de vivir. Dale viejo, déjalos que jueguen a la pelota en la siesta ¿Te acordás cuando jugabas a la pelota en la siesta? Dale, no llames a la policía. Cómprate un paquete de globos y cuando te toquen el timbre mójalos también. Dale viejo, ¿viejo? ¡Las pelotas! Sí, viejas las pelotas pero sangre en el pecho. No fue hace tanto viejo, acuérdate y ríete con ellos... antes de decir que no.