El Lebrijano, Juan Peña, falleció ayer en Sevilla. Era el último integrante de la Generación del Cante de Oro y llegó a ser uno de los grandes innovadores al llevar el flamenco al mundo sinfónico y a sus más profundas raíces árabes. El sevillano tuvo también el privilegio de ser el primer artista flamenco en ofrecer un recital en el Teatro Real de Madrid. Prolífico autor con varias decenas de obras a su nombre, entre estas destacan, además de las nombradas, Evangelio gitano, la primera ópera andaluza en la que contó con la colaboración de Rocío Jurado y la guitarra de Manolo Sanlúcar.
Gabriel García Márquez dijo: "Cuando Lebrijano canta se moja el agua". Esto motivó el disco número 35 del maestro de Lebrija, con letras adaptadas por Casto Márquez, con la aprobación del propio "Gabo", e inspiradas en textos de los "Doce cuentos peregrinos" (mis relatos preferidos del nobel de Aracataca), "Cien Años de Soledad" o "El coronel no tiene quién le escriba". La producción y composición musical son obra de Pedro y David Peña "Dorantes", sobrinos del cantor.
Esta versión de "La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada" me ha fascinado desde que la escuché por primera vez, porque describe auditivamente ese calor de Macondo, la fantástica tierra de García Márquez ("crótalos, polvo y piedras y sudor por los caminos / en ningún estanque la luna se refleja / nada queda de nadie entre la luz y la niebla...").
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