Leí en el blog Sin la Venia, del abogado gijonés Fernando de Silva-Cienfuegos, un interesante post sobre la censura en los tiempos modernos. A propósito de una fotografía de Robert Mappelthorpe censurada en Facebook por considerar -no se quién- que es "inapropiada y excesivamente explícita", dice el autor:
"La red social más famosa de nuestros tiempos no entiende de arte, y sus directivos demuestran tener una mente enferma para sentirse “provocados” por esta imagen.
Robert Mappelthorpe, fallecido en 1989, es un fotógrafo que provoca con sus imágenes, pero resulta curioso que sea una de sus fotos más inocentes la que ha conseguido el privilegio de ser censurada.
Esta fotografía, que retrata la baja espalda del bailarín clásico Peter Reed, muerto en 1986, había sido elegida por la banda neoyorquina Scissor Sisters para promocionar su nuevo álbum Night Work. Entendían que ilustraba perfectamente el espíritu del disco al reflejar el esfuerzo y el sudor, la sensualidad y la parte física, el trabajo y la danza. La censura impide su promoción en Facebook, pero ha conseguido una publicidad gratuita que recorrerá el mundo, y hará famoso a un grupo para muchos -entre los que me incluyo- desconocido..."
Esta información me recuerda algunos incidentes que he tenido con mis trabajos fotográficos, y aclaro que nunca me he considerado lo que llaman "provocador". No entiendo que el cuerpo masculino sea más "transgresor" en su desnudez que el de la mujer. No comparto la idea de que la representación masculina en un desnudo frontal, en la fotografía o en el cine, sea "agresivo" y el de la mujer, sin embargo, sea "estético". Me indigna que Google, Facebook, Blogger o cualquier otra red ponga avisos acerca de las imágenes religiosas -clásicas o modernas- donde aparezcan desnudos, trátese de San Sebastián, de Jesucristo (que según la Biblia fue despojado de sus vestiduras en el Calvario) o de un deportista.
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El culo no es agresivo |
Y tampoco entendí y por ello armé "la de Dios" cuando en el Instituto de Bellas Artes trataron de impedir que exhibiera una fotografía de un semidesnudo frontal y no la del trasero. Ni la cara de sorpresa de un rector que recién posesionado puso una cara de sota (o de seta) en la inauguración de una exposición donde yo, como profesor, participaba con tres imágenes de desnudos masculinos. Ni que otro de los directivos casi se fuese de espaldas por otra en la que toda la exhibición, titulada "Es el cuerpo lo que quiero decir", todos los modelos eran hombres (25 para ser exactos).
Ellos, profesores y directivos de una academia de formación de artistas, los que se suponen deben expresarse con libertad, hubiesen pretendido que no exhibiera la foto de la discordia. Pues no. ¡O exhiben las dos o no exhiben ninguna! Me negué, y me niego ahora, a no expresarme libremente, digan lo que digan Facebook, Google, Blogger o cualquier junta de censura, liga de la decencia o mentes retorcidas. Mejor la pongo a dormir en mis archivos, hasta que haya cabezas más libres.
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La foto de la discordia |