Algo que nunca entendí fue esa obligación de ir a ver una tumba fría, llevarle flores y ponerse uno a llorar ahí en medio. Jamás he podido entender ese dolor que la gente se auto-inculpa para ese día, los lagrimones y las caras de pena que ponen.
Todos llevaban el mismo camino, todos iban cargados de flores al cementerio, y yo siempre me he preguntado lo mismo ¿pero si están ya muertos? ¿si solo es un cuerpo frío y descomponiéndose? ¿si su alma ya no está ahí? .
Los muertes, nuestros muertos, están en nuestra memoria, en lo que atesoramos en el corazón, y no hace falta ir a ver una lápida con nombres y fechas para sentirnos mejor.
Estoy con Alex. Siempre he estado en contra de la tradición de llevar flores al cementerio el Día de los Fieles Difuntos (no el de Todos los Santos, ojito). Me sabe falso, aunque sea una especie de terapia colectiva contra el dolor de la ausencia de los seres queridos o un lavado de la culpa por lo que no les dimos o por lo malo que les hayamos hecho. He visto a muchas personas dando golpes con los nudillos sobre las lápidas en el cementerio. Y me pregunto cómo reaccionarían si de repente alguien les contestara desde dentro: "¿Qué quiere?".
Todos los años, cada 1 de noviembre, la gente se prepara: las floristerías a aumentar sus precios y los demás a llevar flores al cementerio, dizque a visitar a sus muertos. Que yo sepa, los muertos no reciben visitas, precisamente porque están muertos. No salen a ver ni a oler las flores. No responden a llamados. Dentro de un ataúd, dentro de un nicho o bajo la tierra, hay un cadáver que se descompone. Y dentro de una urna funeraria sólo queda un par de puñados de cenizas de lo que pudo haber sido un cuerpo bonito.
Un sacerdote que muy a menudo tenía que celebrar funerales, decía en sus homilías que si pudiera, cambiaría los textos de todas las lápidas de los cementerios por otro, repetido sin cesar, tomado de la Sagrada Biblia: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?". O por otro que dijese: "Fulanito no está aquí: ¡Ha resucitado!".
Para mí, después de la muerte queda algo más valioso: Un Espíritu libre de ataduras, de corrupción, de sentimientos negativos, de dolor. Un Espíritu poseedor de la Verdad, sin falsas manipulaciones ni interpretaciones amañadas. Después de la muerte de un ser amado, me queda la certeza de cuánto le quise, de que siempre lo expresé de palabra y de hecho, de que le llevo en el corazón. Aunque durante mucho tiempo le eche de menos.
Las flores, en vida. Me llevo la escalera.
ResponderEliminarEs muy cierto todo lo que se dice de que es mejor en vida, pero es inevitable y no solo pasa en un cementerio, cuando llega la nostalgia y esos buenos recuerdos con esa persona, para muchos resulta incontenible una lágrima....
ResponderEliminarSaludos!!
La visita no necesariamente debe reflejar eso que no se dió a tiempo.
ResponderEliminarEn mi caso refleja mi sentimiento de lealtad con mis ancestros, mi recuerdo de mis origenes humildes. Evidentemente prefiero regalarle flores a los vivos, y asi lo hago. Tampoco visito una tumba por costumbre, como lo hago con los vivos, con los muertos si no los quise en vida, menos lo haré luego de muertos.
Gracias por ayudarme a recordar...
Hola,
ResponderEliminarLo mas importante es que nuestros seres queridos permanezcan en el Corazón... de esa maner seguiran presentes entre nosotros.
PD: me encantaron la fotos del Cementerio de San Pedro.... lo tendré que incluir en mis frecuentes visitas de re-descubrimiento de Medellín.
Saludos,
Completamente de acuerdo, es un raciocionio que alguna vez me habia realizado.
ResponderEliminarPor esta razón mi voluntad es clara, deseo ser cremado y mis cenizas arrojadas a la calle, es solo la basura de lo que fue mi cuerpo, mi recuerdo vivirá en los corazones, y seguramente en mi blog.
No deseo dejar a mi familia la carga de comprar flores y convertir el domingo en visita obligada al cementerio.
Un abrazo.