jueves, 10 de agosto de 2017

La historia de los amores imparables



Me dicen que es de tontos 
tropezar tres veces en la misma piedra 
pero es que tú eras una piedra 
sobre la que merecía la pena caer, 
resbalarse, 
hacerse herida. 

Porque hay personas que merecen nuestra herida 
personas que mancharon todo de felicidad, 
y contrataron la alegría 
y la volcaron sobre ti 
como quien te arroja un cubo de esperanza, 
personas que empapan tu vida con su risa 
y ahora que no están no dejan cuerda de tender 
donde seque esta tristeza. 

Me dicen que es de tontos, 
que lo deje, 
porque huir del compromiso 
es el deporte que practicas. 

Y tal vez estén en lo cierto 
pero no saben que tu boca 
es el ticket de entrada al paraíso, 
como una esperanza que se cuela dentro. 

Y dueles. Claro que dueles. 
Como un regalo que al abrirlo está vacío, 
como el premio que te sacan de las manos. 
Dueles. 

Pero yo sé que solo hay miedo tras tu huida, 
que me tiras las flores de los tiestos 
por el miedo a que no haya champán con que regarlas, 
que tu huida es un descanso, 
que el amor 
se toma un tiempo sobre ti 
para que los temores no caven más hondo que tus entrañas. 

A veces no hay parejas que no se amen 
sino temores que nos vencen. 

Pero siempre vuelves, 
siempre llegas de nuevo 
para estampar en mi cuarto el paraíso, 
para darle un nuevo orgasmo a mi memoria, 
un motivo más para creer. 

Y sé que no es fácil, 
que me hago herida nuevamente 
en cada travesía desde mi lengua hasta la nada, 
pero me curas de nuevo en tu viaje de vuelta hacia nosotros, 
me curas, muerdes mis heridas y las arrancas de golpe 
y allí donde había piel rota y soledad 
solo encuentro piel nueva, alma restaurada. 

Por eso acepto todo lo que caiga sobre mí cuando te vayas. 
Acepto que me elijas y me sueltes, 
que la felicidad sea un disparo, 
lo que dure este momento. 

Acepto las tres llamadas pendientes que cuelgan de mi vida 
con las que no sé qué hacer 
para que no me revienten de pasado el paisaje. 
Y también los domingos en que siento 
que la vida está comunicando. 

Lo acepto todo si eso abre la puerta 
a que mis lunes sean tus lunes 
y tu foto tu desvelo 
y mis guerras un motivo 
por el que hallar la paz contigo. 

Me dicen que te olvide y tienen razón, 
pero lo dicen porque no saben lo ligeros 
que son dos amantes cuando es correspondido. 

No entienden que te necesito. 

Te necesito porque despedirse es una palabra demasiado grande 
y no lo entienden. 

Y porque me están subiendo los tres polvos de más que te debo, 
como una droga que no consumes pero afecta 
y no lo entienden. 

Y vuelvo a ti porque no es posible ponerle vallas al amor 
y cada uno elige el modo de volarse 
y no lo entienden. 

¿Dependencia? Por supuesto. 
De la felicidad que traes, 
de ser nosotros, 
posiblemente. 

Les digo eso. 
Por eso vuelvo a ti, 
a chocar de frente contra la felicidad, 
a caer de boca contra la felicidad, 
a romper mis dientes contra la felicidad. 
Me equivoque o no, 
para mí eres eso, 
la calle que conduce 
a la felicidad.

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