miércoles, 3 de febrero de 2016

Reflexiones para el día de San Valentín: ¡El Amor mola!

Una vieja canción decía: "No creo en el Amor, es tan sólo una fábula". Yo sí creo en el Amor, aunque a veces me hayan vuelto descreído. Creo en los flechazos, en las mariposas en el estómago y en las chiribitas en los ojos. Creo en la entrega, en el "Sí a todo" de este corto tan tierno. Creo en el Amor a las personas, el que no diferencia entre sexos, colores de la piel, procedencias geográfica, edades, el que no tiene prejuicios.


Creo en la magia de Cupido y me encantan ciertas cursilerías de corazones rosas, postales, juegos, peluches y gifts, aunque no comparta el amor por el dinero que los centros comerciales y los empresarios sacan de las comercialización de los sentimientos. Creo, más bien, en la idea original de San Valentín, patrono de los enamorados, que arriesgaba su vida por casar a las parejas.


Me encantan las palabras de San Pablo en su carta a los Corintios:

Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo Amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden.

Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo Amor, no soy nada.

Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo Amor, de nada me sirve. El Amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.

Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.

El Amor no pasa nunca. ¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá. ¿El saber?, se acabará. Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño.

Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce. En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el Amor: estas tres. La más grande es el Amor

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