lunes, 20 de enero de 2014

Reacciones a la carta de doña Consuelo, la madre del hijo "marica"

Fueron muchas las reacciones que provocó el artículo "¿Qué me dejó el Amor? Todo menos pesares", publicado en La Hoja de Medellín en junio de 2000, que he reproducido ayer en este blog. Dentro de ellas, estas dos, la segunda de mi autoría. 

Madre adoptiva

Lástima que en la repartición de las madres a mí me tocó la peor. La mía fue la que me echó de casa por marica. Ahora vivo con mi amigo Mauricio, feliz, contento y en Medellín. Ojalá y doña Consuelo Pérez de Gómez quiera adoptar dos hijos maricas: Pablo arquitecto y Mauricio comerciante. Bien por doña Consuelo y bien por ¿Qué me dejó el Amor?

Saludos, 

Pablo.



¡Qué mamá!

Como no sé cómo comunicarme con la señora Consuelo Pérez de Gómez, quien escribió una maravillosa carta referente a la que no ha habido poder humano que ustedes publiquen (que en entregas, que en la página web, que muy pronto, que etcétera...), quiero aprovecharme de ustedes para decirle un par de cosas a ese lujo de mamá. 

Qué tan bueno que todas las mamás antioqueñas fueran como usted, doña Consuelo. Qué rico que entendieran claramente lo que usted dice. Los gays, maricas como usted nos llama sin falsos disfraces del lenguaje, sí podemos vivir mejor que muchas parejas hetero. Qué bueno que usted sabe que tener una pareja en el mundo homosexual va mucho más allá de la rumba en las discotecas de Los Puentes, más allá de la promiscuidad y el acoso sexual en el que mucha gente nos etiqueta. Sabe usted muy bien que nos preocupa el conocimiento, la madurez, al amarse el uno al otro como Cristo ordenó a los cristianos, respetándose, cuidándose, apoyándose, creciendo todos los días como personas. Créame, doña Consuelo, que usted merece todo mi respeto porque no es de las personas que creen que ser homosexual es un vicio que se puede "curar". Es simplemente eso: ser, como puede usted tener los ojos azules o negros, y que enamorarse de otro hombre es tan natural como el día que usted se enamoró del que hoy es su esposo y echó a su hijo de la casa por ser marica. Gracias, porque se me vinieron las lágrimas cuando leí su carta en La Hoja. La felicito por ser una supermujer y una supermamá. La fotocopia de su carta la conservaré en ese viejo cuaderno de recortes y la leeré para mí y para los demás cuando la intolerancia, la incomprensión o la ignorancia me estén haciendo sentir como aburrido con los humanos. Saludos a sus hijos (o a su hijo y a su yerno). 

Sienta un respetuoso abrazo,

Arturo

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